Mar del Plata contiene multitudes. A partir de su historia, se puede contar un retazo de la vida argentina del siglo XX. Por ejemplo, la ciudad como villa veraniega de la aristocracia, que veía en el lugar a la Biarritz de Sudamérica. O “La Feliz” como sinónimo de la conquista de las vacaciones por parte de la clase obrera en las décadas de 1940 y 1950.
En cualquiera de los dos casos, el Torreón del Monje se mantuvo como un símbolo inalterable a lo largo del tiempo; uno de los grandes íconos patrimoniales, ubicado estratégicamente en la avenida fundacional de la ciudad.
En torno al lugar hay una leyenda y una historia oficial. La primera es una historia de amor -prohibido, por supuesto- entre un español y una indígena. La otra es menos romántica: Ernesto Tornquist, miembro de la elite europea y benefactor, encargó su construcción. Primero se llamó Torre Belvedere y luego tomó el actual nombre, inspirado en la leyenda. Finalmente, decidió donar la construcción de influencias góticas a la ciudad.

De club de tiro a club de mar
Desde su inauguración el 28 de febrero de n 1904 -recién en 1927 se construyó el gran aterrazado al mar que lo caracteriza-, tuvo múltiples propósitos, entre ellos sede del aristocrático Pigeon Club local (tiro a la paloma) y del Círculo de Oficiales de la Marina. Hacia finales de la década del 70, el empresario marplatense Domingo Parato comenzó a trabajar en la puesta en valor de un edificio que en ese momento estaba abandonado y con riesgo de demolición.
¿Qué significa el Torreón para Mar del Plata">