Lo que podía haber sido una bisagra en su vida, un antes y un después, un episodio traumático de esos que dejan una secuela imborrable, para Alejandro Travaglini fueron sólo "45 segundos de terror, quizás los más dolorosos, pero después del hecho se sucedió una cadena de acontecimientos fortuitos que hicieron que aquello no fuera más que una anécdota de la puta madre".
No le baja el precio a lo que tuvo que enfrentar. "Pero el trauma disminuyó a partir de que una ola salvadora que me depositó en la orilla. Ese fue el comienzo de una serie de hechos sincronizados que hicieron que el registro emocional fuera positivo".

"Después, en la orilla, ensangrentado, tuve la lucidez para indicar cómo tenían que hacerme un torniquete en la herida profunda. Y tirado en la arena, sin perder el conocimiento, se me ocurrió pensar en el servicio de emergencias en los que te envían un helicóptero que me traslado a la ciudad de Perth. ¿Se entiende">