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      Francisco, estamos haciendo lío

      • En Laudato Si, el Papa se pone al hombro la cuestión de “la casa de todos”; es mucho más que un lacrimógeno alegato ambientalista.
      • Reivindica la biotecnología, acepta los transgénicos, solo pide que le sirvan a todos. No quiere asustar, sino darle sentido ético.

      Francisco, estamos haciendo líoLa encíclica del Papa Francisco sobre el medio ambiente titulada "Laudato Si". REUTER

      Estoy conmovido como todos por el fallecimiento del Papa Francisco. Y quiero dedicarle, modestamente, esta nota, porque en su legado hay un mensaje muy fuerte para todos los que estamos en esta misión de gerenciar la fotosíntesis. Laudato Si, voy a evocarte.

      Laudato si es la segunda Encíclica que escribió Bergoglio, en 2015, dos años después de ser ungido. En la primera, Lumen Fidei, escrita junto a su antecesor Benedicto XVI, trata sobre la fe como la luz que ilumina el camino de la vida. Pero en Laudato se pinta la cara y se pone al hombro la cuestión de “la casa de todos”, que es mucho más que un lacrimógeno alegato ambientalista. Tiene, por supuesto, aspectos polémicos, como ha sido toda la vida de provocador serial, desafiante. “Hagan lío”.

      Lo hizo él. Bastante lío. ¿Y saben una cosa? Releerla me hace sentir que estamos del lado bueno. Te cuento.

      El último congreso de Aapresid (2024 en Palermo), el gran think tank del agro, corrió bajo el lema “Todo está conectado”. El presidente de la entidad, Marcelo Torres, explicó que representa la conexión que existe entre satisfacer las demandas del futuro y reducir el impacto ambiental de hoy.

      Bueno, habían pasado nueve años desde Laudato Si. Y encuentro ahora que en la Encíclica se repite como un muletilla esto de “todo está conectado”. La degradación ambiental se conecta con la pobreza. Dos caras de la misma moneda.

      Reivindica el valor de la Creación, interpelando sobre la necesidad de preservar los recursos. No solo los suelos, el aire, el agua, sino también la biodiversidad. Y lo hace sin una visión tecnofóbica, como es común en los movimientos ecologistas ideologizados, sino poniendo a la ciencia como herramienta para solucionar los grandes desafíos de la humanidad: reducir la pobreza, en primer lugar. No se hace volviendo atrás, sino apelando a la inteligencia, la razón y la ética. No culpa al “capitalismo”, sino que le reclama una visión más... por así decirlo (no soy su intérprete).. más altruista. “Es el otro”.

      En el agro argentino, desde antes de Laudato Si, ya estábamos en sintonía con este mensaje. La idea-fuerza de que “producimos en la tierra que nos prestaron nuestros hijos” tiene un sentido de trascendencia que va de la mano de la visión de conservar y mejorar el recurso. Arraigada en los grupos CREA desde su nacimiento hace 60 años, transmitida por nuestros maestros en Agronomía (Jorge Molina, Alberto Soriano, abanderados de una generación maravillosa). La Fundación Producir Conservando, liderada por Gustavo Oliverio, con sus encuentros anuales donde el inolvidable Juan Llach, que nos dejó ayer, ponía su visión de faros largos.

      Y una nueva generación de productores que absorbieron las buenas ideas y las bajaron al terreno. Así, sublimamos (bajar del estado gaseoso al estado sólido en un solo paso) las ideas y creamos la agricultura más eficiente del mundo en términos económicos y ambientales. La siembra directa como estandarte en la fuga hacia un nueva agricultura. Es decir, acudimos al llamado de Laudato Si en tiempo y forma.

      Quizá hayamos perdido la oportunidad, entretenidos en rencillas internas, de aprovechar el papado de Francisco para acoplarnos y ser caja de resonancia de su mensaje. La agricultura, de la manera que todavía se hace en el mundo, no es sustentable. Nosotros hoy podemos exhibir la mejor huella de carbono. Nadie produce tantas toneladas de comida y bioenergía por milímetros de agua llovido sobre el cultivo. Aquí lideramos en la “agricultura liviana”, con menos kilos de máquinas sobre el terreno, con la ventaja competitiva de los contratistas, que le dan escala a las creaciones de la tecnología.

      La encíclica reivindica la biotecnología, acepta los transgénicos, solo pide que le sirvan a todos. No quiere asustar, sino darle sentido ético. Como al enorme tema de la biodiversidad. Que tiene que ver, precisamente, con la insistencia en el “siempre verde”, en los cultivos de servicio, en las aplicaciones diferenciales. Aquí sabemos hacerlo y no nos cansamos de aprender.

      No solo estamos produciendo como quería Francisco. Estamos liderando en nuevas propuestas que tienen que ver con ese mundo más amigable y con más oportunidades. Estamos diversificando con nuevos cultivos, que van de la mano con las tendencias ambientales. Las Brassicas, (Colza, Carinata, Camelina). Se están lanzando inversiones para procesarlas y obtener aceite para biocombustible de aviación (SAF). Las grandes compañías globales (Dreyfus, Bunge, Cargill) están en esto, acopladas con los proveedores de insumos (Bayer, Nuseed, Advanta). Viterra apuntalando la medición de la huella de carbono, con resultados sorprendentes que permitirán diferenciar el origen argentino.

      Estamos haciendo lío. Y está bueno.

      Gracias, Francisco, te seguimos.


      Sobre la firma

      Héctor Huergo
      Héctor Huergo

      Editor jefe de la sección Rural [email protected]

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