Cuando yo arañaba los 20, quizás por aquello de que ser mayor tiene glamour, era fan de Treinta y pico. Ambientadas en Filadelfia, sus cuatro temporadas contaron la cotidianeidad de un grupo de amigos babyboomers, lidiando con el combo existencial de los jóvenes profesionales con hijos en edad escolar. Salpimentaban ese tono los solteros que se sentían bichos raros cuando todo el mundo aparecía emparejado, como a punto de treparse al Arca de Noé. Quizás hoy su abordaje sonaría melanco o retro, pero la serie acertó al situar el malestar de crecer en un territorio tan erizado como estimulante.
Dos de las ficciones españolas recientes más exitosas en su capacidad de llegar al hueso abordan, justamente, el final de la juventud. Los años nuevos, de Rodrigo Sorogoyen y Vida perfecta, escrita por Leticia Dolera, le cuentan las costillas al lapso que va entre los 30 y los 40 años, una década en la cual dejamos el simulador de vuelo de la adultez y nos ganamos (o no) nuestras alas.

Con aire que recuerda en la calidad de los diálogos a las películas de Richard Linklater, Los años nuevos (2024) destila en 10 episodios la historia de Ana y Óscar. Se conocen una Nochevieja (cumpleaños de él, ya médico) y prolongan la cita hasta que el primer día del año (cumple de ella, a punto de instalarse en Canadá) los envuelve en el magnetismo que definirá su futuro, narrado siempre en la ocasión agridulce de esa fiesta de pasaje entre lo ido y lo que llega.
En Vida perfecta (2019) las mujeres mandan, desean, deciden y el humor logra que las ganas de gritar por lo que no funciona encuentre otras formas. Leticia Dolera (también directora) es María, una odontóloga a punto de casarse a quien su novio deja el día en que están por firmar una hipoteca a 30 años. Una tarde de alcohol y drogas la ayudará a sanar, decide en plena crisis, pero las consecuencias durarán más que la resaca. Los protagónicos se completan con Cristina (una amiga que atraviesa un bache matrimonial) y Esther, la hermana mayor de María, artista que vive de juerga exploratoria y cambia de novia como de pinceles.
Agudas e inconcesivas, ambas series pintan una treintena más libre, pero esa conquista no parece ahorrarles a sus criaturas el estupor de entender, que eso que antes veían pasar como una peli vertiginosa es la mismísima vida que, preciosa y fugaz, los invita a dejar de acelerar sin tino como un autito chocador hacia el próximo crash.
Sobre la firma

Periodista y poeta, construyó una carrera a ambos lados del Atlántico. Es autora de cinco libros de poemas, entre ellos, "Riesgos de la noche" y "Monstruos privados", ambos publicados por Alción. [email protected]
Bio completaNewsletter Clarín
Recibí en tu email todas las noticias, coberturas, historias y análisis de la mano de nuestros periodistas especializados
QUIERO RECIBIRLO