Un libro para las vacaciones

Cada ciudad tiene sus ritos. En Madrid, la Feria del Libro, que abrirá el viernes 30 de mayo en el Parque del Retiro, es la antesala de las vacaciones que comienzan a palpitarse con el insobornable solazo de junio achicharrando los toldos de las 365 casetas participantes, en una edición que se dedica a Nueva York.

Las editoriales presentan por estos días las novedades que propondrán en esa cita cultural y se esmeran recomendando historias infalibles para regalar o regalarse, que anticipan talante de playa, relax y ganas de desconectar.

Algunos sellos acompañan el resumen de sus libros con énfasis publicitario: La lista de los siete, de Mark Frost, “un thriller sobrenatural irresistible, un pasapáginas veraniego perfecto” o Fantástica historia de amor, de Sophie Divry, “premio a la mejor novela para el verano de Bleu”.

Otros confían en que el título, apelativo por él mismo, se asocie a las vacaciones y despierte una curiosidad que no será defraudada cuando la lectura confirme la calidad de la propuesta como en los casos de Estival, de Guillermo Aguirre y Lo único que importa es el verano, de sco Pecoraro.

Están también quienes se juegan un pleno, sabiendo que el tiempo nunca sobra y que toda historia de más de 300 páginas requiere al veraneante pasión y esfuerzo. “Si tienen que leer un solo libro de los que proponemos, que sea Caledonian Road, de Andrew O’ Hagan”, subrayan al presentar una novela cómica sobre la vida actual en Londres.

Elegir un libro que no podamos soltar hasta la última página es el tipo de emoción que los lectores anhelamos. En esto la lectura y los amores de verano se parecen: todos nuestros sentidos se orientan a no perder detalle de eso que nos fascina. Cuando la historia, los personajes, la atmósfera o el estilo dan en la tecla de nuestra sensibilidad, ponemos el mundo en suspenso y sólo registramos esa realidad paralela tan adictiva como para olvidarnos de pagar la luz, tender la ropa o sacar la pava del fuego.

Los libreros somos esencialmente lectores voraces. Al recomendar nos nutrimos de la misma intuición que nos tuvo de niños pendientes de las aventuras de Sherlock Holmes o, más grandes, bebiendo con placer los seis volúmenes de la Autobiografía de Victoria Ocampo de una sentada. Qué delicia entregarse a un libro sin medida, como nos damos a una larga conversación entre amigos.