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      El declive geopolítico europeo y los desafíos para Sudamérica

      La llegada al poder de Trump pareciera haber confirmado que para EEUU la cooperación en seguridad con Europa ha dejado de ser prioritaria.

      El declive geopolítico europeo y los desafíos para SudaméricaEl presidente Donald Trump y su par de Francia, Emmanuel Macron. Foto: REUTERS/Evelyn Hockstein

      En 1492 España llega a América y el 1498 Portugal llega a la India. Comienza así el quinquenio del dominio de Europa en el mundo. En 1997 Gran Bretaña devuelve Hong Kong a China y en 1998 Portugal se retira de la última colonia de la India, iniciando así la declinación de Europa.

      En el medio, Francia en el Caribe e Indochina, Alemania y Bélgica en África, Holanda en África y el Caribe, Portugal y España en América y Asia y hasta Dinamarca en Groenlandia expandieron su influencia. Los movimientos independentistas fueron marcando el fin del colonialismo tradicional, dando paso a un tipo de dominio basado en la dependencia ideológica, cultural, económica y tecnológica, cuyos mayores exponentes fueron EEUU y la URSS durante gran parte del siglo XX y en la actualidad China, que poseen (EEUU) poseyeron (Rusia) o se encuentran desarrollando (China) un Poder Naval que les garantice la conectividad, comercio y capacidad de proyección de Fuerzas.

      El nuevo escenario planteado por la llegada al poder de Trump pareciera haber confirmado que para EEUU la cooperación en seguridad con Europa ha dejado de ser prioritaria, entendiendo que la misma debe ser sostenida por los Europeos, permitiendo concentrarse en enfrentar a quien considera su mayor competidor: el crecimiento económico de China, en el mediano plazo también un potencial adversario en lo militar.

      Una Europa que durante el último medio siglo centró sus políticas y recursos en el desarrollo del Estado de Bienestar, generando cada vez mayor dependencia en Defensa de EEUU, debe ahora reconfigurarse. Por ello, vuelven a tomar actualidad conceptos como la autonomía estratégica de De Gaulle, extendido a toda Europa, que percibe la necesidad de coordinación para enfrentar la pérdida de poder relativo en el tablero geopolítico mundial.

      En esta línea, la Comisión Europea y la Alta Representante han presentado el Libro Blanco sobre la Defensa Europea-Preparación 2030, para impulsar un aumento de la inversión en capacidades de defensa, que les permitirá una asignación presupuestaria adicional, dentro de las normas fiscales de la UE.

      Pero esa coordinación no es sencilla ya que existe renuencia al aporte de recursos, como lo demuestra el acuerdo alcanzado por la UE para proporcionar ayuda militar y garantías de seguridad para Ucrania, en función de las ¨competencias y capacidades¨ de cada país, sin establecer un aporte concreto global.

      Los Estados Bálticos priorizarán la resistencia contra Rusia, otros como Francia, están más preocupados por impulsar su independencia de Estados Unidos, Erdogan considera ¨inconcebible establecer la seguridad europea sin Turquía¨. Y un grupo no quiere ninguna de las tres cosas, donde aliados del gobierno rechazan el incremento presupuestario y cuestionan la permanencia misma en la OTAN como España o Italia por percibirse lejana a Rusia y con menos posibilidades fiscales. Independientemente de ello, resulta inocente creer que en 5 años puede reducirse la enorme brecha tecnológico-militar entre EEUU y la UE, aún disponiéndose de los formidables recursos que se pondrán a disposición.

      La vertiginosa llegada de Trump al poder parece haber inaugurado un estilo que menosprecia el multilateralismo (ONU, OEA, OMC, OTAN, Corte Penal Internacional), responsabilizándolo de solo haber generado burocracia para controlar los aspectos negativos de la política y la democracia, con resultados nefastos, que solo frenan las políticas conservadoras y trabajan activamente en su contra basados en un ¨pensamiento colectivo globalista-internacionalista inspirado en Davos¨.

      En su lugar apunta a una política personalista, de relacionamiento directo entre los líderes que poseen el poder efectivo y capacidad de influencia en sus respectivas regiones. Integrarían esta ¨Liga¨ el propio Trump, Xi Jinping, Putin, Modi, Erdogan, Mohamed Bin Salmán. Ningún líder tradicional europeo.

      Por contraposición, el actual escenario pareciera requerir de aquellos que no constituimos actores principales, como Europa y en mayor medida Sudamérica, la necesidad y conveniencia de coordinación de políticas como mínimo a nivel regional para enfrentar en mejores condiciones el relacionamiento con las grandes potencias y mantener relativos niveles de autonomía en aspectos políticos, económicos, científico-tecnológicos y de Defensa.

      El ejercicio del poder en forma unilateral o la coordinación de políticas, son estilos de liderazgo y estrategias que responden a la lógica del enfrentamiento entre fuertes y débiles.

      Es responsabilidad de la conducción nacional asumir nuestra realidad de actores periféricos y determinar la estrategia que mejor asegure la consecución de los objetivos nacionales, mediante una relación de equilibrio con los grandes actores, sin sobreactuaciones y con una cooperación estrecha entre quienes mantenemos intereses comunes.


      Sobre la firma

      Juan Martín Paleo
      Juan Martín Paleo

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