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      Bernardo Nante: “La sabiduría no está al servicio de nuestros caprichos, sino de una misión inscripta en los corazones”

      El filósofo dice que "no hay que idealizar el Oriente, pero es cierto que su sabiduría tiende a seguir reconociendo el valor de la senectud. En Occidente hacemos lo posible por borrar el paso del tiempo”.

      Bernardo Nante: “La sabiduría no está al servicio de nuestros caprichos, sino de una misión  inscripta en los corazones” Búsquedas. “En Occidente hacemos lo posible por borrar el paso del tiempo, el miedo a la muerte es atroz”, reflexiona Nante.

      -Como conocedor del mundo oriental: ¿qué aprendizajes se adquirieron en Occidente de toda esa cultura?

      Ante todo es importante entender que el término “mundo oriental” abarca un vasto número de culturas diferentes entre sí. Asia comprende lo que suele denominarse el Oriente Próximo, el Medio Oriente, el Lejano Oriente. Para decirlo en pocas palabras, va desde China hasta Turquía. Sin embargo, “Oriente” no deja de ser una metáfora que en Occidente utilizamos para referirnos a una serie de antiguas tradiciones espirituales que enseñan a descubrir nuestra interioridad y a conectarnos así de un modo más profundo con el prójimo, con la naturaleza y con lo divino. Desde luego, Occidente también tiene su valiosísima espiritualidad, pero la modernidad, sin desconocer sus valores, en buena medida contribuyó con un materialismo que hoy se ha globalizado.

      -¿Se banaliza cierto universo de lo que viene de allá cuando se incorpora al mundo occidental?

      El problema es que en esa cadena de transmisión muchas veces se cae en reduccionismos y banalizaciones. No debe olvidarse que esos saberes de oriente no son productos concebidos para procurar satisfacción, poder o dinero, sino que son un llamado para que cada uno cumpla mejor su misión en la vida. El gran estudioso francés Henry Corbin distinguía a los peregrinos de Oriente de los vagabundos de Occidente. El peregrino puede equivocar su camino, pero busca la luz, mientras que el vagabundo deambula sin meta alguna. Pero la distinción no es geográfica ni cultural, es espiritual. Pues Oriente tiene que ver con la aurora, con el lugar donde sale la luz y Occidente, con el ocaso, en donde se pone el sol. En este sentido, el Oriente puede estar en Occidente y a la inversa. Por eso es fundamental aceptar que la sabiduría no está al servicio de nuestros caprichos, sino de una misión inscripta en nuestros corazones que podemos simbolizar como una luz anhelada.

      -¿Hay mucho desarrollo de prácticas espirituales y de cultura oriental en Argentina más allá de la posible superficialidad que hablaba?

      Hoy en la Argentina hay numerosos espacios serios en donde se cultiva la espiritualidad de las diversas tradiciones, lo importante es informarse adecuadamente porque coexisten propuestas mediocres y hasta degradadas. Respecto de la psicología, existe, desde luego, la corriente transpersonal, pero su lugar en el mundo académico es controvertido pues hasta cierto punto tiene influencia de la New Age. En este sentido estoy convencido que la obra del psicólogo suizo Carl Gustav Jung constituye un puente muy valioso entre Oriente y Occidente. Jung fue un pionero al dar cuenta, por ejemplo, de cómo en el yoga o en el budismo hay un profundo conocimiento de la profundidad de la psique, incluido lo inconsciente.

      -¿Justamente la New Age puede ser un ejemplo de la deformación de aquello que vino de oriente y se occidentalizó a su medida?

      La New Age es una corriente que nació en la década del ‘60 y que banaliza la espiritualidad en su conjunto. Bajo el manto de una suerte de democratización de la sabiduría, cualquiera puede iluminarse en un fin de semana. En algunos casos, se trata de prácticas inocuas, pero en otros casos se descontextualizan cuestiones controvertidas y peligrosas, como el uso de enteógenos, hiperventilaciones y demás. Es cierto que en el taoísmo, tradición espiritual china, se dice: “El ser humano correcto con el medio incorrecto, obra correctamente. El ser humano incorrecto con el medio correcto, obra incorrectamente.” ¿Y quién es el ser humano correcto? Yo creo que es el que tiene pureza de corazón, de intención, aquel que quiere buscarse y mejorarse para sí y para el mundo. En ese sentido, es cierto que paradójicamente la misma New Age sirvió, por ejemplo, para que la gente no le tenga miedo a la meditación, entre otras prácticas. Pero también hizo que muchas personas, entre los cuales se encuentran no pocos intelectuales, tengan prejuicios a todo lo que suene oriental o, incluso, espiritual. En realidad, es una gran ignorancia pues hoy sabemos, por ejemplo, que muchos pensadores griegos realizaban prácticas espirituales como parte integral de su vocación filosófica.

      -¿Qué piensa, por ejemplo, del Ikigai, la búsqueda de un motivo o propósito para existir que viene de la cultura japonesa?

      El ikigai es intraducible, pero efectivamente es aquello que procura sentido a la vida de cada uno. En definitiva es lo que nos lleva a la felicidad que no es egoísta. En la India dirían que alguien que cumple con su dharma, está desempeñando con el deber que da sentido a su vida. Es parecido al término “vocación humana” que presupone que cada persona tiene un llamado a desarrollar de un modo único e irrepetible su plenitud.

      -¿Una meta en la vida?

      Alude al llamado interior que todo ser humano recibe para desarrollar sus propias potencialidades. No se limita a la vocación profesional, aunque la incluye. Consiste en ser más sí mismo y que, lejos de encerrarlo en una actitud egoísta, lo compromete a la vez con su propia profundidad, con el prójimo y con el mundo.

      -Volviendo a Oriente y Occidente…¿Mientras que en la cultura asiática hay una exaltación de la sabiduría, del recorrido de vida, más acá en el mundo el objetivo es conservarse joven?

      El filósofo alemán Georg Simmel decía que en Oriente las personas mayores mueren en plenitud, satisfechas de haber concluido una etapa, mientras que en Occidente los ancianos fallecen de cansancio. Basta mirar alrededor, o mejor aún en uno mismo, para advertir cómo sufrimos el paso del tiempo y cómo solemos envejecer en el hartazgo, cada vez más rígidos, intentando sostener nuestros prejuicios y nuestras acciones mecánicas inconscientes. Desde luego, como ya señalé, no hay que idealizar el Oriente, pero es cierto que su sabiduría, en parte vigente, tiende a seguir reconociendo el valor de la senectud. En Occidente hacemos lo posible por borrar el paso del tiempo, nuestro miedo a la muerte es atroz, acaso porque le tememos a una vida profunda. Pero la cirugía plástica no alcanza al alma. Lo que ocurre es que, quien en el transcurso de su existencia ha llevado una vida espiritualmente comprometida, al llegar a una edad avanzada, cuando declinan sus fuerzas vitales, su visión de la realidad alcanza horizontes insospechados y paradójicamente su espíritu es joven.

      SEÑAS PARTICULARES

      Estudios Orientales

      Bernardo Nante es Doctor en Filosofía por la Universidad del Salvador, donde da clases de Pensamiento Oriental, habiendo sido decano anteriormente de la Facultad de Filosofía, Letras y Estudios Orientales, Es el creador de la Fundación Vocación Humana, institución que apunta al sano espíritu crítico donde imparten talleres y formaciones. Participó en la edición de varios volúmenes de la obra completa de Carl Gustav Jung y escribió “El libro rojo de Jung: claves para la comprensión de una obra inexplicable”, traducido a varias idiomas.




      Sobre la firma

      Alejandro Czerwacki
      Alejandro Czerwacki

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