¿Qué está en juego en el Cónclave? Las llaves del Reino de los Cielos

El fresco se encuentra en el muro norte de la Capilla Sixtina, arriba a la derecha, mientras los cardenales entran para elegir a su sucesor.

Representa una escena de la vida de Jesús, según se narra en el Evangelio de Mateo, pintada por el artista renacentista italiano Pietro Perugino en el siglo XV.

Jesús, vestido de azul, se encuentra justo a la izquierda del centro con sus discípulos en una plaza abierta, con un templo al fondo.

Justo a la derecha del centro, se arrodilla su discípulo Pedro, extendiendo la mano para tomar lo que Jesús le entrega, el objeto de suma importancia, simbolizado por su ubicación en el centro exacto de la pintura.

Las llaves del reino de los cielos.

“Yo te daré las llaves del reino de los cielos; todo lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos; y todo lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos”, le dice Jesús a Pedro en el relato del Evangelio.

Con esas palabras se creó uno de los símbolos más perdurables de la cristiandad, las llaves de San Pedro, y nació la historia del papado.

Cuando los cardenales de la Iglesia Católica Romana se reunieron para el cónclave el miércoles, no solo votaron por el próximo jefe de estado del Vaticano.

Estaban eligiendo al 267.º sucesor de San Pedro, quien, según la tradición eclesiástica, fue elegido por Jesús para ser el primer líder de la Iglesia.

“La gente, sobre todo ahora, se pregunta:

'¿Quién es el Papa? ¿Es como el director ejecutivo o como el presidente de la junta directiva?'”, declaró el cardenal Timothy M. Dolan, de Nueva York, en una entrevista en el Aeropuerto Kennedy, antes de abordar su vuelo a Roma tras la muerte del Papa Francisco.

“No. Es un sucesor de San Pedro y es el obispo de Roma”.

Elegir un papa es un proceso político, pero también profundamente teológico.

La entrega simbólica de las llaves es uno de los rituales más antiguos del cristianismo.

La imagen de dos llaves cruzadas es un antiguo símbolo de la autoridad papal.

En el Vaticano, son omnipresentes.

Se encuentran cruzadas en el escudo de armas de la Santa Sede, una de oro y otra de plata.

Aparecen en la edición especial del sello postal del Vaticano, actualmente marcado como "Sede Vacante MMXXV", emitido exclusivamente para el período comprendido entre la muerte del papa Francisco y la elección de su sucesor, y actualmente tan popular que se limita a una hoja por cliente.

Dentro de la Basílica de San Pedro, una estatua de bronce de San Pedro sostiene las llaves en su mano izquierda, y afuera, en la plaza, una estatua gigante de San Pedro las sostiene en su derecha.

Así como Jesús cambió el nombre de Pedro, de Simón, el nuevo papa cambia su nombre y se convierte prácticamente en una persona nueva a los ojos de la Iglesia, explicó Dolan.

Quien tiene las llaves tiene el poder que tenía Jesús para preservar y transmitir la integridad de la fe.

«El sucesor de Pedro no tiene ejércitos que desplegar, armas que vender, moneda que flotar, comercio ni aranceles que imponer», dijo Dolan.

«Pero, aun así, posee esta imponente autoridad moral y espiritual que, como pueden ver, el mundo anhela».

Hoy en día, el oficio del papa se percibe ampliamente como uno de autoridad moral.

Pero el papado, y el significado de las llaves, cambiaron a lo largo de los siglos a medida que cambiaba el poder político y teológico de la Iglesia.

En el cristianismo primitivo, las llaves eran en gran medida un símbolo teológico del perdón, y al entregárselas a Pedro, Jesús ofrecía la salvación a la gente.

Metafóricamente, abrían las puertas del cielo y la vida eterna.

Símbolo

Las imágenes de Pedro con las llaves no aparecen hasta el siglo IV, cuando Constantino, el emperador romano, se convirtió al cristianismo y la fe se volvió legal.

“En estos momentos, se está poniendo de relieve la condición de Pedro como receptor directo de la autoridad de Cristo, y esto ocurre en un momento en que la Iglesia se consolida como religión en el imperio”, afirmó Felicity Harley-McGowan, profesora de historia del arte en la Escuela de Teología de Yale.

“En Roma, esa imagen cobra especial importancia a la hora de articular, en última instancia, la autoridad de la Iglesia”.

La primera imagen conocida de Cristo entregando las llaves a Pedro está en Roma, escondida en un tranquilo camino detrás de una escuela, en la tumba de la hija de Constantino, que murió en el siglo IV.

En el interior, la tumba, conocida como el Mausoleo de Santa Costanza, es fresca y oscura, protegida del abrasador sol romano.

En un ábside, cerca del sarcófago, se encuentra un mosaico resplandeciente de Jesús, con ropajes rojizos y dorados, sentado sobre el orbe del mundo.

En su mano derecha, le entrega una llave a Pedro.

Coumba Sall, guía turística, estaba allí practicando para añadir el sitio a su ruta.

Señaló los motivos de uvas y vinicultores romanos alrededor del ábside, señalando que para los cristianos, el vino es un recordatorio de la Eucaristía.

Jesús, dijo, vestía los colores imperiales.

“Estos mosaicos nos muestran la transición del paganismo al cristianismo”, dijo.

En Egipto, en el antiguo monasterio ortodoxo de Santa Catalina en el Monte Sinaí, hay un icono de Pedro con las llaves del siglo VI, que se utilizaba en prácticas devocionales.

Las llaves son pesadas (están hechas de metal), pero aun así tienen menos que ver con el poder terrenal y la sumisión que con la devoción cristiana, dijo el reverendo Gabriel Torretta, profesor adjunto de teología en Providence College y sacerdote dominico.

“Esta es la esperanza cristiana que están viendo”, dijo.

“Porque Pedro tiene las llaves, están viendo la esperanza: hay perdón de pecados y puedo unirme a Jesucristo en la vida eterna”.

Autoridad

Durante la época medieval, la autoridad papal se concretó a medida que el papa obtenía soberanía sobre territorios o estados papales.

Según algunos relatos eclesiásticos, el papa recibía las llaves de las ciudades conquistadas.

“La gente ve el poder de esto y está adoptando un modo totalmente diferente, donde ahora es político y militar”, dijo Torretta.

Para el Renacimiento, cuando Perugino creó su fresco en la Capilla Sixtina, surgen más imágenes no solo de Jesús y Pedro, sino también de ellos con todos los demás discípulos.

Los estudiosos del arte afirman que esto fue una señal de que la Iglesia comenzaba a enfatizar la sucesión papal en su entorno social y político.

El Papa Francisco explicó su propia comprensión de las claves el pasado mes de junio, mientras predicaba el texto del Evangelio desde la ventana que daba a la Plaza de San Pedro.

Representan “el ministerio de autoridad que Jesús le confió al servicio de toda la Iglesia”, dijo, describiendo cuidadosamente cómo interpretar “autoridad”.

“La autoridad es un servicio”, dijo, “y la autoridad que no es servicio es dictadura”.

Es notable que el Papa Francisco, la persona en la cima de la estructura de poder de la Iglesia, estuviera preocupado por los límites morales de esa autoridad, explicó Molly Farneth, profesora asociada de religión en Haverford College.

“Creo que Francisco reconoció esta distinción y buscó ser un líder bueno y virtuoso”, dijo, “y también buscó evitar que quien ocupara el rol de Papa lo hiciera de manera dominante”.

Farneth enseña un curso sobre la política del ritual y ve cómo se desarrollan estas políticas en tiempo real mientras un papado termina y otro está a punto de comenzar.

“Pensar en la entrega de una llave como símbolo de esta transición de poder me parece interesante y plantea todas estas preguntas”, dijo, como:

¿Usará la persona que ocupa el cargo las llaves para abrir la puerta y que más personas puedan entrar?

¿Las usará para regular los cruces fronterizos?

“Quien tiene la llave tiene mucho poder sobre quién está dentro y fuera de la comunidad”, dijo.

Estas preguntas —y el poder terrenal y celestial que poseen— son el centro de la decisión de los cardenales en los próximos días, al elegir al 267.º sucesor de San Pedro.

Y no son solo el fresco del Perugino y el texto del Evangelio de Mateo los que les recuerdan la trascendencia de su labor.

Su propio ritual implica un cónclave, que se celebra en la clandestinidad de la Capilla Sixtina. «Cónclave» deriva de una frase latina que significa «con llave».

c.2025 The New York Times Company