El contexto regional transformó una huelga nacional más, de las tantas que se han convocado en los últimos años en Colombia, en un acontecimiento extraordinario al que se le fueron sumando actores y demandas, empujados por distintas realidades locales que han tomado otra dimensión, precisamente, por las convulsiones sociales y políticas del último mes en Ecuador, Chile y Bolivia. Y, más atrás en el tiempo, Venezuela y Nicaragua.
Desde que asumió el poder en agosto de 2018, Duque ha encarado diversas manifestaciones callejeras por sus propuestas económicas, la política de seguridad de mano dura enfocada en combatir el narcotráfico y su intento por modificar el acuerdo que desarmó a las FARC, la que fuera la guerrilla más poderosa de América.
Aunque el gobierno prevé un PIB del 3,6% en 2019, un bálsamo frente al flojo desempeño esperado para la región, la cuarta economía latinoamericana registra uno de los índices más altos de desigualdad y desempleo de Sudamérica.
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Desde siempre en Colombia, los paros, movilizaciones y marchas de protesta tenían un área de influencia que pocas veces salía de los protagonistas en conflicto: sindicatos, empresarios, estudiantes y gobierno. La pregunta que muchos analistas en se hacen es ¿en qué momento el paro nacional pasó a ser el tema central de discusión de todo el país">