La muerte del papa Francisco sigue dejando historias increíbles. Una de ellas es la de la Juana, una hermana que habría sido la única papa mujer de la historia.
“Duos habet et bene pendentes (Tiene dos y cuelgan bien)”, solía exclamar un eclesiástico después de comprobar que el nuevo papa fuera hombre. Un poco en broma y un poco en serio.
Esa frase -hoy cuestionable— surgió después del papado de Benedicto III o Juan VIII -depende de qué versión de la historia se tenga en cuenta— por la leyenda de la papisa Juana.
A esta altura, la intriga en el Vaticano es un género literario o cinematográfico en sí mismo. En el cine y los libros, las disputas en la Iglesia suelen ser motor de historias de misterio o policiales. Véanse si no la novela y película Cónclave (llegará a los cines el 30 de enero) o la serie El papa joven.
La de la papisa tiene todos los elementos que habitualmente hacen que estas ficciones nos enganchen: secretos, mentiras, romances, religión, sexo, muerte.
La papisa Juana: ¿existió o la inventaron?
Durante más de 500 años, la Iglesia Católica creyó que existió una papisa llamada Juana.

Hay dos crónicas que sostienen -aunque sin tanta fuerza- esta información. Una es de Martín el Polaco y otra, de Jean de Mailly. Según cuál se lea, Juana habría sido papisa entre los años 855 y 857 o entre 872 y 882.
Se dice que la papisa Juana nació en Ingelheim am Rhein, en la actual Alemania, y que fue elegida por los romanos como papa por su carácter y sabiduría. Hija de un monje que difundía el Evangelio entre los sajones, fue criada por su mamá y aprendió griego de chica para poder leer la Biblia.
Estudió religión haciéndose pasar por monje copista con el nombre falso de Juan el Inglés. Visitó Constantinopla, Atenas y otras grandes urbes de ese entonces hasta que en 848 recaló en Roma, donde se desempeñó como docente.
Su primer o con el Vaticano lo tuvo al conocer al papa León IV, su supuesto predecesor, para quien trabajó como secretaria de asuntos internacionales. Las crónicas sostienen que en algún momento posterior al 855, Juana lo reemplazó utilizando el nombre de Benedicto III o Juan VIII.
La papisa se habría desempeñado como tal durante más de dos años, y su final habría sido tan de novela como su ascenso.
Se cree que Juana dio a luz a un bebé en medio de una procesión camino a Letrán, en la Iglesia de San Clemente, cerca del Coliseo romano, y que murió a causa de ello. Aparentemente desconocía que estaba embarazada o, de saberlo, no sabía de cuántos meses estaba.
Al ver que salía un niño de su vientre y enterarse de su verdadera identidad, sus encolerizados fieles la habrían lapidado y enterrado en el lugar donde murió. Esta versión de Jean de Mailly es la más cruenta; Martín el Polaco, más reservado, dijo que fue asesinada, pero no detalló cómo.
Un dato curioso: el padre de su hijo era un funcionario, el embajador Lamberto de Sajonia.

Aunque queramos creerlo, no hay pruebas que nos dejen afirmar que Juana fue la primera y única papa mujer. Si bien hay algunos grises en la sucesión papal de aquella época, la historia adquirió el carácter de leyenda cuando en 1562 fue refutada por primera vez por el agustino Onofrio Panvinio.
Los principales argumentos anti-papisa tienen que ver con el poco tiempo que pasó entre papa y papa y en algunos elementos de la época que sirvieron como pruebas de que Juana no existió, como monedas y documentos. Sin embargo, la leyenda quedó. Al día de hoy, la lista papal oficial la omite, señalando en la línea sucesoria a León IV- Benedicto III-Nicolás I-Adriano II-Juan VIII.
La Iglesia Católica, aunque particularmente no tiene ningún documento que prohíba por escrito que una mujer sea papa, se rige bajo fundamentos provenientes de la interpretación de la Escritura, la tradición apostólica y la doctrina sacerdotal que señalan que el papado está reservado para hombres.
La película de la papisa
Esta historia fue llevada al cine por Alemania en la producción Die Päpstin (La pontífice) de Sönke Wortmann. Está basada en una novela de Donna Woolfolk Cross y cuenta con los reconocidos John Goodman e Ian Glen entre sus protagonistas. La mujer que interpreta a la papisa Juana es Johanna Wokalek.
La sinopsis oficial dice que la película narra "la vida de la Papisa Juana, una joven alemana que llegó a ser Papa en el siglo IX haciéndose pasar por un hombre".

"En el año 814, justo tras la muerte de Carlomagno, nace una niña llamada Johanna Anglicus en un pueblo alemán a orillas del Rin. Es la hija del cura del pueblo, que no está muy contento de tener descendencia femenina. Pronto la joven comienza a estudiar intensamente la Biblia. Tras varias vicisitudes, Johanna decide adoptar una identidad masculina e ingresa en un monasterio benedictino. Ahí comienza su fulgurante carrera en el seno de la Iglesia", indica.
En Latinoamérica, La pontífice está disponible en Amazon Prime Video y PlutoTV.
Una decisión histórica del papa Francisco
Tras la muerte del papa, fácilmente podemos vincular la historia de la papisa con una noticia vinculada a la inclusión de la mujer en el Vaticano. Poco antes de morir, Francisco designó por primera vez a una hermana como líder de un ministerio.

Se trata de Simona Brambilla, religiosa de las Misioneras de la Consolata. Fue elegida para dirigir el dicasterio de los Institutos de Vida Consagrada y de las Sociedades de Vida Apostólica junto al cardenal Ángel Fernández Artime.
Brambilla es enfermera y supo ser superiora general en Italia de las Misioneras de la Consolata, además de misionera en Mozambique. Tiene 60 años y oficia como secretaria del Dicasterio para la Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica.
La designación de Brambilla va de la mano con el nombramiento en 2019 de siete mujeres para que fueran del Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica.
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