El reciente sismo de 7,5 grados en la escala de Richter que sacudió el sur de Chile este viernes por la mañana y generó una alerta de tsunami con evacuaciones preventivas en Ushuaia reactivó una pregunta clave: ¿qué viene después del primer temblor?
Cuando la Tierra tiembla, el primer sismo no siempre es el final del fenómeno. Suele ser el inicio de una serie de movimientos posteriores conocidos como réplicas. Los sismólogos advierten que estos eventos pueden extenderse durante horas, días o incluso semanas, y que no todos tienen la misma magnitud ni generan los mismos efectos.
Mientras la magnitud se mide con la escala de Richter —que calcula la energía liberada—, la intensidad se relaciona con el impacto que provoca en las personas, los edificios y el entorno.
Los expertos analizan cuánto puede durar un terremoto, qué características tienen las réplicas y por qué es clave mantenerse alerta tras el primer movimiento.
Terremotos: duración y sus réplicas
Después de un terremoto fuerte, el movimiento no siempre se detiene. Es común que ocurran réplicas: sismos secundarios que siguen al evento principal. Aunque suelen ser de menor magnitud e intensidad, pueden extenderse mucho más en el tiempo y representar un riesgo para estructuras ya debilitadas.
La duración de un sismo depende de varios factores. Por lo general, el temblor inicial no dura más que unos segundos. En un evento moderado, la sacudida del suelo puede extenderse entre 10 y 30 segundos antes de perder fuerza progresivamente.

Las réplicas, sin embargo, tienen un comportamiento más impredecible. Su duración depende, en primer lugar, de la magnitud del terremoto principal, pero también influyen la ubicación geográfica y la complejidad de las fallas geológicas involucradas. Según la revista Seismological Research Letters, pueden registrarse durante semanas, meses e incluso años después del sismo inicial.
Un caso emblemático fue el terremoto de Northridge, en California, en 1994. Los equipos de monitoreo sismológico detectaron réplicas durante más de 36 meses tras el evento principal.

La United States Geological Survey (USGS) advierte que la probabilidad de nuevas réplicas disminuye con el tiempo, aunque no desaparece del todo. Y aunque suelen ser más leves, pueden causar daños considerables si impactan en edificaciones ya comprometidas por el primer temblor.
Cómo se miden los terremotos
La escala sismológica de Richter, conocida también como escala de magnitud local (ML), es una escala logarítmica que calcula la cantidad de energía que libera la corteza terrestre durante un sismo. El nombre se lo debe al investigador estadounidense que la desarrolló en el año 1935, Charles Francis Richter, en colaboración con un compañero alemán, Beno Gutenberg.
Esta escala se emplea en todo el mundo para medir la magnitud de los terremotos con valores que van desde 2,0 a 6,9. Sin embargo, ha habido muchos episodios que superan este número.
El temblor más importante de la historia, sucedido en Chile en los años 60, tuvo un valor de 9,5. El de Haití del año 2010, gravísimo por sus consecuencias, tuvo una magnitud de 7 grados en la escala de Richter.
Lo cierto es que en los últimos años y gracias a la ayuda de herramientas tecnológicas, existen otras nuevas formas de medición más precisas con las que cuenta la sismología.
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