Seguro tenés por ahí un puñado de lápices de colores de otra época: algunos sin punta, otros tan cortos que ya no se pueden ni agarrar. Están en cajones, cartucheras viejas o cajas olvidadas. La mayoría termina tirándolos, sin saber que al reciclarlos se pueden convertir en objetos útiles, decorativos y completamente únicos para tu casa.
Esos restos de lápices que parecen inservibles son, en realidad, un recurso que se puede reciclar de forma creativa. Con un poco de ingenio, se transforman en cuadros para decorar la casa, soportes para celular, porta lápices y hasta muebles chicos. Además de ser una actividad entretenida, es una manera de cuidar el medio ambiente y aprovechar materiales que tardan años en degradarse.
Cómo reutilizar lápices de colores en casa con técnicas fáciles
Reutilizar lápices de colores no requiere herramientas complicadas ni conocimientos avanzados. Con tijera, pegamento y algo de paciencia, podés armar:
- Cuadros y mosaicos decorativos: cortá los lápices en diferentes tamaños y pegá los segmentos sobre una base (puede ser cartón o un bastidor). Podés hacer diseños abstractos, figuras geométricas o simplemente jugar con los colores. Es ideal para hacer con chicos o como proyecto casero.
- Porta lápices y organizadores: juntando varios lápices viejos y pegándolos de forma vertical o en espiral alrededor de un tubo o frasco, se puede crear un recipiente original para guardar elementos de escritorio.
- Soportes para celular o marcos de fotos: pegá los lápices en formas rectangulares o triangulares para armar una base donde apoyar el celular o enmarcar una foto. Quedan muy bien en escritorios o mesas de luz.

- Muebles reciclados: para quienes se animan a ir un paso más allá, algunos artistas y diseñadores crearon bancos, mesas o taburetes usando lápices viejos unidos con resina. Son piezas únicas, resistentes y muy llamativas.
Por qué reciclar lápices de colores
Más allá del resultado estético, reutilizar lápices ayuda a reducir el desperdicio de madera, pigmentos y plásticos. Estos materiales, si terminan en la basura, pueden tardar décadas en degradarse. Además, al darles una segunda vida, evitás comprar nuevos productos y contribuís a una economía circular.

Esta práctica también tiene beneficios educativos y emocionales. Muchas escuelas ya la implementan como parte de sus proyectos de reciclaje. Según docentes, trabajar con lápices reciclados desarrolla la creatividad, la motricidad fina y la conciencia ambiental en chicos y grandes. Incluso puede ser una actividad terapéutica, relajante y accesible para todas las edades.
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