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      Chicos con discapacidades: trabajar con la familia para hacer la diferencia

      Existe una manera distinta de abordar la discapacidad que incluye a las familias y la terapia interdisciplinaria. CREDA, un centro de rehabilitación y estimulación, ofrece este tratamiento y trabaja con 30 chicos y sus familias para que la atención integrada haga la diferencia.

      Chicos con discapacidades: trabajar con la familia para hacer la diferenciaCLAIMA20150319_3173 Fiesta de fin de año, preparados para salir al escenario. Foto: Gabriel Aguirre CREDA / Fiesta de fin de año, preparados para salir al escenario. Foto: Gabriel Aguirre
      Redacción Clarín

      El CREDA es el Centro de Rehabilitación y Estimulación de APUBA —sindicato no docente de la UBA— donde todas las semanas concurren alrededor de 30 bebés, niños, adolescentes y jóvenes con trastornos del desarrollo y discapacidades mentales y/o motrices. Allí se realiza la atención terapéutica en forma interdisciplinaria (neurología, psicología, fonoaudiología, psiquiatría, kinesiología, nutrición, entre otros) y se trabaja, desde la asistencia social, con las familias, favoreciendo la reflexión en grupo y los espacios de participación.

      “Nosotros trabajamos terapéuticamente, no es lo mismo que un colegio o una institución donde pasan la jornada. En este caso, el profesional atiende al chico y luego se entrevista con el padre, haciéndose todo más dinámico”, explica la licenciada Claudia de Vito, integrante del equipo de coordinación. La terapia está organizada en tres módulos: intervenciones tempranas, clínica terapéutica y talleres integrados (radio, expresión artística y literatura). En todos los casos, los jóvenes concurren a escuelas especiales y asisten al CREDA como actividad extracurricular.

      “Este lugar es una caricia al alma”, dice Patricia Richeri, Directora istrativa. “Y es así por la entrega absoluta de los profesionales y por el amor que ponen padres y chicos. El tratamiento de la discapacidad es muy complejo y sólo puede ser exitoso cuando hay un compromiso real con la tarea”. Las distintas disciplinas aplicadas a los chicos y el trabajo con la familia no son garantía de éxito, pero son un camino hacia la mejoría.

       

      Las voces de la familia

      “Hace 23 años que venimos acá y mi hija vive por esto”, “te ayudan a resolver problemas que como padres nos superan cuando los chicos entran en picos de desborde”, “nuestros hijos quieren venir todo el tiempo acá, estamos medio amenazadas (risas)”, “los profesionales se acercan a las escuelas de los chicos para hablarles a los docentes de cómo mejorar el desarrollo cognitivo”. Son algunos de los testimonios de los papás relatando la importancia de concurrir a este lugar y los avances de sus hijos.

      Se reúnen cada tarde y comparten un rato juntos mientras sus hijos hacen las actividades. Hablan de cualquier tema y también de aquel que los convoca y les hace compartir un interés común. Poner en juego los sentimientos propios, socializarlos, les da un gran apoyo para seguir adelante. “Nosotros hacemos una terapia de amistad”, dice una de las mamás más antiguas del grupo.  “Ellos tienen la necesidad de venir y sus avances son increíbles, pero notros también necesitamos este espacio”, aclara otra mamá que atiende a sus dos chiquitos.

      Los planteos de los padres son complejos. No sólo tienen que ver con pensamientos propios, sino con la respuesta del entorno: la familia, los amigos, el trabajo y las tantas dificultades que encuentran al salir a la calle. Así surgen temas como: “¿Qué va a pasar con los hijos cuando nosotros no estemos">