La buscan para saludarla y ella acepta encantada y se saca fotos con sus fans. Karina Gao recorre su local con una sonrisa y saluda por las mesas feliz de ser anfitriona. Se la nota segura, orgullosa de estar viviendo lo que tanto le costó. Se adueñó de una esquina emblemática de Belgrano y la transformó en el restaurante que planificó desde chica, donde los sabores y las recetas tienen gusto a su hogar y que abrió hace solo días pero ya tiene reservas hasta mayo.
Arrancó como bloguera, pasó a Instagram donde se transformó en influencer, el salto a la tele aumentó su visibilidad (actualmente está en Qué mañana! con Julián Weich en Canal 9) y así llegó el gran proyecto. Ese que había armado, hace décadas, en su tesis cuando cursó el máster de negocios en Francia.
Esquivó a la muerte. Armó una familia que cosecha likes y aleja haters. Hoy Karina Gao invita a conocer en su restaurante los platos que aprendió a comer y disfrutar en su China natal. Los sabores que heredó de su padre, al que se emociona al mencionar y de su madre, a la que ira y consulta.
Cómo es Gao Restaurante y qué se puede comer
En la esquina de Cazadores y Sucre, en el Bajo Belgrano, Karina Gao cumplió un sueño largamente acariciado: abrir su propio restaurante. Detrás de una baranda roja se asoma una rampa que lleva a la entrada del local, decorado en celeste, azul y rojo.
“Son tres colores que me representan: el rojo por China, el azul por Francia y el celeste por Argentina”, explica. El salón principal está en la planta baja, y al subir por una escalera bien luminosa se accede a otro salón, un privado y una terraza encantadora. Cada rincón fue pensado al detalle, con equilibrio y belleza.

La historia de este restaurante comenzó hace muchos años, como proyecto final de su máster en negocios en Francia. “Soy de esas personas que en un laberinto empieza de adelante para atrás”, dice Karina, que siempre visualiza la meta antes de pensar el camino. Su camino, sin embargo, no fue recto.
“Quise posicionarme con un blog de comida china pero no funcionó. Soy una fracasadora serial, la gente siempre ve el éxito, pero he vendido de todo. Fracasar tanto me dio herramientas para saber qué sí y qué no hacer”. Su comunidad en redes, que la sigue desde los días de comida para bebés, creció con ella y la acompaña incluso en esta etapa de preapertura, donde ya hay reservas tomadas hasta mayo.

En su cocina no hay exotismo forzado ni platos pensados para la foto: hay tradición, sabor y recuerdos familiares. “Cuando se habla de comida china se busca lo exótico, como el pato pekinés, pero yo quiero mostrar lo que comíamos en casa todos los días”.
Su cocina rescata recetas del norte y sur de China, con ingredientes originales como el vino de arroz y aceite de sésamo de alta calidad. Uno de los platos más pedidos es el pollo de tres aromas ($ 21.800), otro es el arrolladito primavera al vapor, versión vegana que respeta la forma en que lo comía en su infancia ($ 10.800).

Hay también baby ribs ($ 22.800), una receta familiar que pasó de su madre a su abuela sin que Karina lo supiera, y un pollo frito que tiene sabor a anécdota de kermesse escolar. “En el colegio chino al que iba los sábados, organizamos una kermesse para juntar plata y vendíamos pollo frito. Les enseñaba a mis compañeros a deshuesarlo”, recuerda entre risas.
También recomienda probar las chauchas, la berenjena agridulce, que emocionó a varios cocineros conocidos, y un fideo estofado estilo bolognesa de cerdo que quiere imponer en el gusto local ($ 19.800).

El espacio elegido para montar el restaurante también tiene historia: funcionó allí durante años un kiosquito de barrio muy querido. La obra de remodelación duró casi dos años. “No era el plan, se fue extendiendo”, cuenta.
Reconoce que todo lo que encara lo lleva adelante junto a su pareja: “Somos un binomio, cuando a él le toca trabajar yo cuido a los chicos, y cuando es al revés, él los cuida”. Recuerda sus posteos en redes, escritos desde el auto mientras esperaba que sus hijos salieran del colegio, y se emociona al ver la concreción de tanto esfuerzo.

En plena pandemia, Karina Gao estuvo en coma y embarazada. Volvió a la vida, volvió a cocinar, escribió un libro, y ahora recibe a su comunidad con los sabores de su infancia. “Todo el mundo cree que después de eso hay una gran revelación, pero no. Yo siempre viví así, mirando el lado positivo y yendo para adelante”, dice.

Aunque por ahora solo ayuda en la cocina, los platos los ejecuta su equipo, las recetas y los sabores llevan su sello. Y ese logo que la representa no es casual: es el homenaje a su papá, a los sábados juntos en bicicleta y a las compras en el mercado.
Gao restaurant. Cazadores 1911, CABA. Abierto todos los días, mediodía y noche. Instagram:@gaoresto
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