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      Marina Charpentier, madre de Chano: “Uno no debería enojarse, no creo que nadie que se esté drogando pueda no estar sufriendo”

      • Dirige el grupo Familia Esperanza, que asiste a personas atravesadas por la adicción.
      • Desde hace 20 años acompaña a Chano entre recuperaciones y recaídas.
      • "He estado de rodillas, sabía que no tenía nada más para hacer", aseguró.

      Marina Charpentier, madre de Chano: "Uno no debería enojarse, no creo que nadie que se esté drogando pueda no estar sufriendo"Marina Charpentier es madre de Chano y Bambi -de Tan Biónica-, y de Samanta. Foto gentileza Editorial Vergara.

      Marina Charpentier tiene 65 años; es trabajadora social y dirige el grupo Familia Esperanza, que acompaña a personas atravesadas por la enfermedad de la adicción y lucha por la modificación de la Ley de Salud Mental. Es la madre de Chano y Bambi -de la banda Tan Biónica- y de Samanta, y también abuela.

      Hace mucho que su popularidad aumentó, tras los distintos episodios que pusieron a Chano en el centro de la escena por su adicción a las drogas. Durante aproximadamente 20 años Marina se ocupó de contener, batallar, apuntalar y abrazar a su hijo; como cualquier madre, dice ella sin adjudicarse medalla alguna.

      Por experiencia propia y por los testimonios que recibe a través de otras familias sabe del dolor y las dificultades alrededor de la salud mental. Atravesó junto a Chano internaciones, tratamientos ambulatorios, recuperaciones y recaídas. Por eso conoce en detalle la Ley 26.657 y trabaja por su actualización.

      Su postura, aseguró, siempre fue implicarse, buscar ayuda y no enojarse. “No creo que nadie que se esté drogando pueda no estar sufriendo”, sostuvo en diálogo con Clarín. Sin embargo, añadió, los prejuicios persisten, ya que “la sociedad no está capacitada para tratar con la enfermedad mental”.

      Recientemente contó parte de su historia en No están locos (Vergara), el libro de Paola Vicenzi que, asegura, es un "servicio" para quienes pasan por lo mismo que ella. La vida de una mujer que cree fervientemente que, como en la canción de sus hijos, “todos los días del mundo existe una forma de resucitar”.

      "He estado de rodillas, sabía que no tenía nada más para hacer"

      - ¿Cómo cambió tu vida la enfermedad de tu hijo, desde que descubrís la adicción hasta todas las instancias de acompañamiento que esta situación requiere?

      - Mi vida no cambió por eso, porque es una una cosa más de la vida, una enfermedad de un hijo que al principio uno no tiene la conciencia que es una enfermedad. Yo seguí con mi vida; sí pedí ayuda inmediatamente, hicimos todas las instancias que había que hacer: tratamientos, internaciones. Pero, mientras tanto, crié una familia ensamblada de seis hijos, trabajaba, estaba casada, hacía todo lo que podía.

      Marina Charpentier: "Con mi hijo recuperado, tal vez mi mirada es más optimista". Foto gentileza Editorial Vergara.Marina Charpentier: "Con mi hijo recuperado, tal vez mi mirada es más optimista". Foto gentileza Editorial Vergara.

      Es una una lucha. Primero, manejé la aceptación. El camino te va enseñando que no podés cambiar a otro y que el otro va a hacer lo que pueda con su vida. Y uno tiene que cambiar, porque nada es casual. Yo siempre me pregunté qué tengo que ver con esto y qué tengo que cambiar.

      Hoy estoy hablando desde mis 65 años, con mi hijo recuperado, con más de dos años de estar muy bien. Entonces, tal vez, mi mirada es más optimista.

      A las madres les cuesta mucho aceptar que no es que te cayó un plato volador del cielo, que algo tenés que ver con eso y que te tenés que implicar, te tenés que comprometer, tenés que aprender, tenés que transitar el camino con él y sin él; lo tenés que hacer porque vos vas a tener que seguir una vida a pesar de que eso ocurra.

      Es muy difícil y a las mujeres le cuesta mucho. Yo, que coordino el grupo, me doy cuenta la diferencia entre el día que llegan y seis meses o un año desde que están viniendo, cómo van empezando a contar la verdad. Al principio vienen y dicen: 'Creo que mi hijo fuma marihuana'. Y después resulta que consume hace 20 años, que consume cocaína, que también la vende y que roba. Eso es la negación, la autoprotección del dolor que te genera.

      Y también lo estigmatizada que está la enfermedad mental aún hoy en la sociedad. Es impresionante cómo se sigue juzgando, cómo se sigue desvalorizando a una persona que padece una enfermedad.

      - Con respecto a eso: no siempre los problemas de salud mental despiertan la misma empatía, acompañamiento o comprensión que las enfermedades físicas. ¿Te pasó en algún momento enojarte o no entender por qué le pasaba esto a Chano?

      - Yo no me enojé, pero también hay una diferencia y es que mi hijo no vivía conmigo. En momentos de crisis por ahí volvía a casa, hasta que se acomodaba o pasaba algo, pero es distinto.

      Marina Charpentier: "Siempre entendí que era una enfermedad y que había un montón de cosas para hacer". Foto gentileza Editorial Vergara.Marina Charpentier: "Siempre entendí que era una enfermedad y que había un montón de cosas para hacer". Foto gentileza Editorial Vergara.

      Siempre entendí que era una enfermedad y que había un montón de cosas para hacer. Uno no debería enojarse; uno puede hacer un montón de cosas y poner límites: decir 'hasta acá', 'no voy a seguir facilitando'... pero, ¿enojarse? Yo no creo que nadie que se esté drogando pueda no estar sufriendo, creo que es producto del sufrimiento.

      Yo trabajaba en adicciones, entonces conocía los dos lados del mostrador. A mí nunca me dio vergüenza. Es es una enfermedad recontra difícil. Hoy es más fácil, porque todo el mundo está hablando de salud mental, porque podés escuchar que es una enfermedad y que el enfermo mental sufre. Si me tengo que remontar a 20 años atrás, fui aprendiendo todo transitando el camino.

      Fui aprendiendo yendo a grupos, haciendo mi terapia individual, abordando las situaciones a medida que se daban (ya sea una internación, un tratamiento, una etapa de estar bien, de recuperación, de recaída).

      La enfermedad mental es como que no se ve y, al no verse, la gente le pone los nombres que se le ocurre. Es un universo desconocido para mucha gente, hay mucho juicio por desconocimiento. Dicen: 'Bueno, pero que pare de consumir y listo'. ¡No puede! Así como alguien que tiene ansiedad no puede parar de tener ansiedad, o el que tiene pánico no puede parar de tener pánico. Y, hasta que encuentra el tratamiento adecuado, el psiquiatra, la medicación justa, la conciencia de enfermedad, el acompañamiento familiar... imaginate todas las variables que se necesitan para llegar a estabilizar a alguien.

      En el medio pasan miles de cosas tremendas. Ayer, dos madres en el grupo venían porque sus hijos las habían ahorcado. Una tiene casi 70 y ahora decidió pedir ayuda. Vos imaginate el infierno que ha vivido esta madre.

      - “Cuando, desesperados, pedimos ayuda no ocurre lo que debería pasar: los psiquiatras no están, el SAME no llega, la policía no sabe cómo actuar, el riesgo que la norma exige es difícil de demostrar y nuestro deseo de salvar la vida de la persona en crisis fracasa”, decís. ¿Cómo impacta todo esto en la familia?

      - Impacta muchísimo, por supuesto. En el grupo tenemos unos cuantos hermanos, que cuentan cómo vivieron viendo cómo sus padres dedicaban toda la mirada al otro; o tratando de hacerse cargo de algo que los padres no podían. Eso es muy común también, que los que pidan ayuda y digan 'basta' son los hermanos.

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