¿Para quién bailás, Hernán?
Para la gente y para mí. Creo que cuando uno baila para uno y lo disfruta, es cuando el público también puede sentir eso mismo. El escenario es mi lugar, donde yo me siento cómodo. Y ahí me ven tal cuál soy.
¿Te acordás de la primera vez que te subiste a uno?
Fue a los 10 años, en el Teatro Colón. Estaban haciendo Don Quijote y me llamaron para hacer una parte muy chiquita del ballet en la que hay cuatro nenes en un mercado de gitanos. Fueron dos minutos, pero no me quise bajar más. Dije: “Yo quiero estar acá siempre, toda mi vida, morirme acá arriba”. Hoy sigo pensando lo mismo. En cada función nazco y muero. Creo el personaje para la función y lo dejo en el teatro. Muere ahí. Es como vivir y morir en el mismo día. El viernes estreno Let it be, una historia de amor, en el Astros, con música de The Beatles. Y siento un poco eso.
Siempre me escondo abajo de una gorra o detrás de los lentes".
¿Anhelabas la popularidad o nunca te interesó?
Que la gente me conozca en la calle me da mucha vergüenza. Se me acercan y me dicen: “Una foto, una foto”. Pienso: “¿Conmigo? ¿Pero por qué">