Mikey Madison ganó el premio Oscar a Mejor Actriz por su papel en Anora, la comedia dramática de Sean Baker que sigue la historia de una trabajadora sexual que se enamora del hijo de un magnate ruso.
En su discurso de aceptación, Mikey Madison agradeció a su familia, mencionando a sus padres, su hermana y sus hermanos, incluido su hermano gemelo, Miles. También dedicó palabras a la comunidad de Brighton Beach, en Nueva York.
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Oscars 2025. Mickey Madison ganó el galardón a mejor actriz
De acuerdo con lo que ella misma ite, Mikey Madison llora mucho. Esté feliz o triste, es así como se expresa. Y por supuesto, a las trabajadoras sexuales, de quienes aprendió mucho para hacer la película y a quienes prometió "seguir apoyando".
Antes del Oscar, la actriz había ganado también en Cannes y en los BAFTA (los premios del cine británico). Esta es una conversación que mantuvo por entonces con una periodista de The New York Times.
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Durante nuestra conversación en un restaurante del centro de Manhattan, la estrella de Anora, ganadora de la Palma de Oro en Cannes, me contó varias historias que la habían hecho llorar. Lloró cuando regresaba a casa de una competición de equitación cuando era adolescente y se dio cuenta de que iba a tener que elegir entre una vida como jinete o como actriz (era demasiado obstinada como para hacer ambas cosas). Lloró después de cada una de las clases de actuación en los primeros tiempos de su carrera. Lloró después de su primera sesión de ruso como preparación para este último papel.
Pero mientras vivía en Brooklyn, en el barrio de Brighton Beach para el rodaje de Anora, la película de Sean Baker sobre una trabajadora sexual dura como una piedra que impulsivamente se casa con el hijo de un oligarca ruso, descubrió que las lágrimas no le salían con facilidad.
“Estaba como conteniéndolas de una manera que nunca antes me había ocurrido”, recordó. “Y pensaba: ‘¿Estoy insensible? ¿Qué está pasando aquí?’”. Finalmente se dio cuenta de que era algo diferente: el personaje que le da su nombre a la película, conocido como Ani, se estaba apoderando de ella de una manera que nunca antes había sucedido en su carrera. Mikey había escuchado a otros actores y actrices hablar de ese tipo de cosas, pero nunca antes se había sentido identificada con algo así.

Tiene sentido que Ani ejerza cierto poder sobre Mikey, porque Anora es una película monumental en la carrera de esta joven de 25 años. Aunque tuvo papeles memorables en las películas Había una vez… en Hollywood (2019) y Scream (2022) y un papel crucial en Better Things, la serie de FX aclamada por la crítica, Anora la eleva a un nuevo nivel en Hollywood. Casi apenas la película se estrenó en Cannes, Madison recibió el tratamiento de “nace una estrella” y fue declarada potencial nominada al Oscar. Cuando Anora llegó al Festival de Cine de Telluride escasos meses después, un productor declaró a la revista Variety: “Necesito trabajar con Mikey Madison lo antes posible”.
La película comienza una noche en el club de striptease donde trabaja Ani, cuando su jefe le ordena que hable con un cliente, Iván (Mark Eydelshteyn), que ha pedido una chica que hable ruso. Resulta que Iván es tremendamente rico, y el vertiginoso romance de la pareja desemboca en un matrimonio repentino. Pero cuando la familia de él se entera y envía matones para arreglar la anulación, Ani se niega a irse en silencio.
Pelea con gritos desgarradores y patadas sorprendentemente potentes contra hombres que la doblan en tamaño hasta sacárselos de encima. No obstante toda esa ferocidad, Madison también transmite cómo la piel gruesa de Ani es una forma de autodefensa ante un mundo que recompensa a aquellos como Iván, con fácil al dinero y encuentra nuevas formas de castigar a quienes no lo tienen.

A lo largo de la acción se aprecia cómo el cansancio se filtra en el rostro de la muchacha, que alguna vez se iluminó frente a la posibilidad de un final de cuento de hadas.
Mientras que en la pantalla Mikey Madison interpreta personajes atrevidos y chicas cool que pueden ser maniáticamente malvadas (ya la han prendido fuego en dos películas diferentes), fuera de la pantalla es encantadoramente dulce y dueña de un aire apacible. Sentada con su pullover mullido, al comienzo de nuestra entrevista anunció que ese mismo día más tarde iba a visitar al conejito de uno de los agentes de prensa de Anora. Al parecer percibió lo sorprendida que me pescó con ese comentario.
“Pensé que iba a hablar del tema porque estoy muy emocionada de conocer a Cashew, el conejito que quiero compartir”, mencionó, y agregó: “Está bueno tener un tiempo al animalito.”

Conociendo sus trabajos, ese interés me sorprendió, y Sean Baker también se sorprendió al conocerla a ella. La había visto por primera vez cuando Mikey aparece hacia el final de Había una vez… en Hollywood, de Quentin Tarantino, como integrante de la familia Manson que reía y se burlaba de matar a estrellas de televisión con una alegría aterradora. Baker vio la película tres veces en cine. Después de verla a ella también en Scream se puso en o con el representante.
Obviamente, no esperaba que fuera una asesina sedienta de sangre, pero aun así se sorprendió por lo distinta que era de los personajes en pantalla.
“Cuando Mikey se sentó”, dijo Sean en una entrevista, llevaba puesta una solera, se la veía serena, reservada. “Fue como sentir ‘Oh, Dios mío, no te encasillaron’”.
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“Inmediatamente”, agregó, “pensé, ‘Oh, puede estar en esas situaciones, aunque no sea para nada una persona así’”.
Madison empezó a dedicarse a la actuación como forma de salir de su caparazón. Hija de psicoterapeutas, creció en Los Ángeles, en la zona de Woodland Hills, y desde muy joven luchó con lo que llamaba una timidez debilitante.
“Veía a actores y actrices que tenían esas conexiones o experiencias emocionales profundas e íntimas en las películas y me resultaba muy conmovedor, significativo para mí, y pensé: ‘Parece divertido esto’ o ‘Parece un lugar seguro para explorar todas esas cosas sin tener que hacerlo en la vida real’”.

Cuando tenía unos 14 años, antes de decidir que le interesaba consagrarse a la actuación, motivada por las películas de Molly Ringwald, se dedicó a entrenarse en equitación, e incluso decidió estudiar en la casa para poder pasar días enteros en el establo. Los animales eran, y siguen siendo, su espacio seguro. Vive en Los Ángeles con dos perros rescatados: un chihuahua mestizo llamado Jam y un gato de aspecto majestuoso llamado Biscuit, y sueña con ser dueña de un rancho de rescate algún día.
Después de definirse por la actuación, se entregó a su nueva actividad con el mismo fervor que había destinado a la equitación. Su madre le sugirió que empezara en el teatro comunitario, pero Mikey quería probar suerte en cine y televisión, si bien en un principio casi no tenía o visual con otras personas.
A los 16 años empezó a dar su salto a la fama interpretando a la malhumorada hija adolescente Max en Better Things. Pamela Adlon, que protagonizó y ayudó a crear esa serie, contestó en una entrevista telefónica que al comienzo Madison era inexperta, pero que estaba ansiosa por adquirir conocimientos: “Lo que pasa con ella es que quiere aprender y saber, así que era como mi arcilla y era una esponja”.