Son muy diferentes; pero la combinación resulta buena. El es de menos palabras; ella, de más. Incluso, a alguna pregunta dirigida a Luis Brandoni, contesta Soledad Silveyra en su nombre (y hasta se le escapa alguna infidencia de su compañero de obra). Y él asiente, dando conformidad a la respuesta. Ella anda medio insegura -está buscando el tratamiento adecuado para aliviar sus dolencias-, con algún temor a caerse, por eso pide ayuda para bajar del escenario. Él -aunque sería justo decir que es incansable, porque no para de trabajar- está un poco cansado, porque además de los ensayos, por estos días dan una entrevista tras otra.
La escenografía está montada y Soledad Silveyra y Luis Brandoni terminaron de ensayar recién. Puntuales, amables, bondadosos con su tiempo, sentados alrededor de una de las mesitas de la platea del teatro Liceo, donde el 8 de enero estrenarán ¿Quién es quién?, sus protagonistas no pusieron reparos frente a ninguna pregunta: ni sobre el espectáculo, ni sobre sus romances, hijos, nietos, la política... nada.
Será la primera vez que estén juntos sobre un escenario. Podría haber sucedido antes, pero sucede ahora, cuando él tiene 84 años, y ella, 72. Habían coincidido en cine, pero nunca sobre tablas.

Producidos por Tomás Rottemberg y Juan Manuel Caballe, y dirigidos por Héctor Díaz, ¿Quién es quién? -de la autora sa Audrey Schebat- es una obra que cuenta la historia de un matrimonio que lleva muchos años de convivencia y que, mientras espera la llegada de una pareja amiga, mantiene diálogos muy particulares.
La idea fue de Solita. Le acercaron el libro, le gustó y dijo: “No hago la obra si no está Beto”. Ella se muestra sensible y en más de una ocasión se le piantan lagrimones de emoción. Él está atento y aunque habla menos, no pierde detalle de la conversación e interviene para completar las ideas de ella o hasta para corregirle algún furcio.

“A mí Beto siempre me gustó como hombre”, confiesa Solita, pero no logra incomodar a Beto que la escucha estoico, aún cuando la actriz empieza a responder por él el comienzo del noviazgo con Saula Benavente. “No me olvido más. Era el cumpleaños de Claudio Segovia. Lo vi a Beto y me di cuenta de que la estaba mirando a Saula. Y me dije: 'Solita, perdiste'”. Y logra sacarle una carcajada a Brandoni. “Saula es una mujer que adoro, forma parte de mi vida y eso es importante para nuestro vínculo con Beto” y él asiente.
-Mirtha Legrand le dijo a Solita: “Qué raro estar de novia siendo grande”.
Brandoni: ¿Y qué más querés? Es un estado ideal.
Solita: Es verdad, qué más querés. Igual, a mí me cuesta decir “de novia”.
Tienen seis nietos cada uno. Los de Solita tienen entre 9 y 16 años, y aunque habla de todos con enorme cariño, señala a Milos, de 13, “el primer abanderado de la familia”, y del que además está orgullosa porque entró al colegio Carlos Pellegrini.
Los de Brandoni ya son grandes; una de ellas, Catalina, fue hace poco a un ensayo y le llevó un regalo a Solita. “Algunos ya tienen 30 años. Lamentablemente, ya no quedan nietos muy chicos”, dice y aclara que se casó muy joven. Y ahí interviene Solita, casi como si esta cronista no estuviera entre ellos, y arranca una breve charla de café: