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      Los últimos días del Loco Gatti contados por uno de sus hijos: “Siempre lo vimos como Superman y verlo sufrir era un dolor enorme”

      • Lucas Cassius repasa la internación de su papá en el Hospital Pirovano y la profunda pena por su muerte.
      • Aunque su imagen pública estuvo marcada por una gran exposición, en su entorno prevaleció la figura de un hombre de pocas palabras y afectuoso.
      • "Cuando éramos chicos no veíamos que nuestro papá fuera normal", le cuenta a Clarín.

      Los últimos días del Loco Gatti contados por uno de sus hijos: "Siempre lo vimos como Superman y verlo sufrir era un dolor enorme"Lucas Cassius Gatti, entre papá Hugo Gatti y mamá Nacha. Foto: Archivo

      Para el mundo fue una leyenda que rompió moldes y le quitó solemnidad al puesto de arquero. Una figura mediática que entendía el fútbol como un espectáculo y creía que el hincha merecía algo más que un simple resultado. Su impronta juvenil no le impidió tener el récord de partidos disputados en Primera División (765) durante 25 años (1962/88) entre Atlanta, River, Gimnasia y Esgrima La Plata, Unión y Boca. Longevidad y vigencia. Sin embargo, para sus hijos, Hugo Gatti fue mucho más que el Loco que atajaba sin miedos. Puertas adentro, era un hombre tímido, de pocas palabras, que con el tiempo se transformó en amigo, confidente y compañero de charlas interminables sobre fútbol.

      Su hijo Lucas Cassius, en diálogo con Clarín, lo recuerda como un superhéroe. Durante años lo vio como alguien invencible hasta que, en los últimos días en el hospital, esa figura dio paso a la fragilidad. Conmovido, el mayor de los dos hijos de Gatti, repasa el vacío que dejó la partida de su padre, el legado que trasciende los estadios y un final atravesado por la pelota y el afecto.

      -¿Cómo fueron los últimos días de tu papá en el Hospital Pirovano?

      -Él ya no sufría. No sentía dolor porque en la última fase estaba más sedado. Fue tremendo, sí, cuando él no estaba bien porque sufría. El problema era cuando los médicos intentaban que reaccionara, que mejorara. Ahí empezaba a sentir dolores, sufría. No fue muy largo, pero cuando ocurría era doloroso. Lo último que queríamos era verlo así. Para nosotros era un superhéroe... Cuando hablo de Superman lo digo porque de verdad lo veíamos así y verlo sufrir era un dolor enorme y él no lo merecía en absoluto.

      -¿Por qué no lo trasladaron a otro centro médico?

      -Porque no había lugar mejor que el Pirovano. Podía haberlo trasladado a cualquier clínica. Apenas se cae, lo trasladan al Pirovano por cercanía. Entonces viajé para Buenos Aires, y a él ya lo habían operado de la cadera, todo se empieza a desencadenar ahí. Y cuando yo llegué y vi el nivel de atención, de profesionalidad, de humanidad... Sabíamos que no había lugar mejor. Teníamos una cama en un centro de rehabilitación esperando porque pensamos que iba a salir. Pero nunca pudo abandonar el hospital. Solo tenemos palabras de agradecimiento con todo el Pirovano. Vivimos un período duro, pero al mismo tiempo vimos cómo fue cuidado, con un nivel de profesionalidad, una dedicación.

      -¿Cómo era Hugo Gatti en su vida privada?

      -Demostraba la misma genialidad que en su rol de arquero, o cuando trabajaba en televisión. La misma intuición o capacidad de tener salidas inesperadas. Durante 40 años, nosotros vivimos con un tipo fuera de lo normal, que nos ha acostumbrado a cosas únicas. En la cancha o en los medios era muy extrovertido, pero en lo familiar era muy tímido. Era increíble. Después con el tiempo se fue convirtiendo también en un amigo. Obviamente, a través del fútbol, hemos generado un vínculo cada vez más estrecho. En los últimos 15 años, esa relación era más una amistad que una relación de padre-hijo.

      -¿Cómo lo describirías como papá?

      -No era un papá como los demás. Cuando éramos chicos no veíamos que nuestro papá fuera normal. Vivíamos con Superman y yo creo que para nosotros era normal vivir con Superman hasta que un día te terminás dando cuenta que hasta Superman también se termina yendo... Y el vacío que queda es profundo.

      -¿Era tal cual como se mostraba ante las cámaras?

      -No, era de pocas palabras, era de manejar con la mirada. Cuando éramos más chicos, hablaba menos, era más introvertido. También estaba en su etapa de jugador, entonces era más jugador que otra cosa y después cuando dejó de jugar, hubo un cambio, era más tiempo padre. En los últimos 20 años, la relación cambió completamente. Era mucho más dado, siempre dentro de lo que era un tipo introvertido en la vida familiar pero mucho más abierto, enamorado de sus nietos, de su familia, de su mujer, de sus hijos.

      -¿Qué recuerdos se te vienen a la cabeza?

      -Es muy difícil para nosotros recordarlo al margen del fútbol porque nuestra vida siempre estuvo vinculada a una pelota. Probablemente era lo mismo que generaba entre la gente. Alcanza con ver cómo lo querían las diferentes hinchadas todo el mundo. Después, cuando fue pasando el tiempo, eso quedó... El otro día, cuando fue el velatorio en la Legislatura porteña, vi pasar una cantidad enorme de gente de todas las edades y de diferentes zonas, estratos sociales... Eso me hace pensar que nuestro padre pertenecía a la gente, ¿no? Eso es lo que más me queda, era nuestro padre pero pertenecía a la gente.

      La familia Gatti de vacaciones en la playa. La familia Gatti de vacaciones en la playa.

      Cada recuerdo parece estar ligado a la pelota. Aunque Lucas busca revivir momentos familiares, es inevitable que el legado futbolístico de su padre se imponga, como si el ícono del fútbol argentino fuera inseparable de la figura paterna que conoció.

      -¿Te sorprendió algún mensaje o llamado?

      -La verdad que no porque lo que ocurrió con el papa Francisco tranquilizó un poco todo el furor que causó el día de su muerte. También sabíamos que por la magnitud del personaje, las reacciones iban a ser de todos los ámbitos. A algunos lo daba por descontado, otros menos, pero sorprender no me sorprendió porque sabemos de la dimensión del personaje que se fue y sobre todo del legado que deja y representa.

      -¿Tenían alguna costumbre especial que compartían juntos?

      -Hablar de fútbol. Nuestra vida era hablar de fútbol, de jugadores. Mirábamos y comentábamos mucho fútbol. Era eso, terminar un partido y llamarnos por teléfono. Todos los días de mi vida en los últimos 10 años lo llamaba al mediodía y hablábamos; él daba su opinión, yo la mía, discutíamos, estábamos de acuerdo o no. Todo lo que puedo recordar es muy difícil que no esté ligado al fútbol, más en el final que la muerte de mi madre lo tiró para abajo.

      -¿Cuál es la enseñanza más importante que te dejó tu papá?

      -Sin duda es que este juego pertenece a la gente y que los jugadores se deben a la gente. Está bien que los futbolistas ganen dinero pero no que jueguen por dinero. Esa diferencia me la marcaba siempre; el motor no podía ser el dinero, sino la gente, que conecten con el sentido de pertenencia. Creo que lo que él manifestó fue eso porque fue un hombre del pueblo, de lo popular. Conectó con la gente porque siempre dijo las cosas de una manera u otra pero el tipo nunca mintió, nunca engañó a nadie, siempre fue honesto. Sabías lo que él pensaba, nunca escondía y eso al final la gente te lo agradece, al margen de que esté de acuerdo o no. Y eso para mí tiene un valor increíble, más hoy en día que cuesta encontrar que se actúe de esa forma.

      -¿Considerás que esa sinceridad afectó su vida?

      -Para él, el fútbol fue un instrumento para dar mensajes, más allá de las formas. Con su muerte física también se fue el Gatti polémico, el Gatti que decía las cosas de una manera que te caía mejor o peor, pero ahora lo que prevalece es lo que representaba. En un periodo donde el interés personal prevalece, el miedo a perder un lugar, el miedo a perder un trabajo, a él nunca le importó nada, a pesar de que lo perjudicó un montón. Él siempre puso por delante no mentirle a nadie, sobre todo a la gente porque al final él es lo que es gracias a la gente.

      -¿Pudiste despedirte o hay algo que te hubiese gustado decirle?

      -Me despedí. El último tiempo ya era no era tan fácil poder comunicarse pero el primer mes pasamos de todo, nos ha hecho reír, aun sabiendo que algo no estaba del todo bien. Dijo cosas increíbles, y también tuvimos momentos de soledad con él, que decía cosas respecto a mi profesión (director técnico). Uno que quizás atravesó alguna dificultad con la profesión, su frase fue siempre; "Tranquilo, todo llega". Y lo último que me dijo fue eso. Él está dentro nuestro, y todo lo que vayamos a hacer en el futuro en esta nueva etapa que empieza para nosotros (habla también por su hermano Federico) va a estar más presente que nunca.

      -¿Cuál es la cualidad más relevante que heredaste de él?

      -Probablemente la rebeldía, creer en algo y no especular si me conviene o no. Yo creo que eso me marcó y sobre todo desde mi rol como entrenador. No olvidarme que este es un juego que pertenece a los jugadores y que nosotros trabajamos y vivimos para la gente, para el sentido de pertenencia. Eso es lo que yo más siento que él me dio y es lo que me guiará en mi carrera y en mi vida.


      Sobre la firma

      María Florencia Miozzo
      María Florencia Miozzo

      Redactora en la sección Deportes.

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