"Ahora sí”, avisa Pablo Lunati, con media sonrisa en el rostro, jeans y una camisa recién planchada. El exárbitro, uno de los más histriónicos del tiempo reciente, ya no saca tarjetas amarillas ni discute con los jugadores: se encuentra con Clarín en su lavadero de autos, ubicado en el oeste del conurbano bonaerense. Hace un rato lucía joggings y daba una mano en ese carrusel de coches y detergentes. Ya está listo para hablar de los tiempos más duros de su vida pero también de su gran pasión, el fútbol y el arbitraje.
Lunati dispara: "Yo me fui con la AFA prendida fuego". Lo dice antes de meterse con el poder que acumuló Julio Grondona y sostiene Claudio Chiqui Tapia. Habla como vive, sin cuidarse en las palabras: destroza a Federico Beligoy, el jefe de los árbitros, despotrica contra el VAR y no duda en nombrar al peor referí del ambiente, Fernando Espinoza.
Todo en medio del objetivo que se planteó a los casi 58 años de edad, ser el próximo presidente de River, el otro gran amor de su vida, a la par de sus hijos.
"Mi vida no fue fácil pero yo no soy de esconderme”, apunta con seguridad. Una expresión que sólo tiembla cuando toca meterse con la violencia intrafamiliar que sufrieron tanto él como su madre, y que le costó mucho tiempo para aprender a superar.
-¿Cómo fue tu infancia?
-Nací en Santos Lugares, partido de Tres de Febrero. Mi mamá era ferroviaria y mi papá era empleado municipal. Éramos una familia de trabajadores, no sobraba nada en mi casa. De chico, fui bravo. A los 14 años fue la primera vez que me fui de mi casa porque el tema familiar era bravo. Había violencia de género entre mi mamá y mi papá. Alguna vez en la calle me he parado a discutir con una persona que agredía a una mujer y me tuve que terminar subiendo al auto e irme porque la piba me dijo que no me metiera. Pero bueno, hay cosas que no me entran en la cabeza, tanto para la mujer como con el niño... Porque mi papá también me fajaba a mí. Cuando tenía una mala nota del colegio, sabía que me ponía arriba de la pierna y me dejaba la cola bastante colorada. Tal vez eran otras épocas, pero a mí me quedó marcado para toda la vida.
-¿Cómo se dio tu acercamiento al fútbol?
-Podría haber empezado mucho antes de lo que empezó porque tuve que volver a mi casa por mi mamá, no quería dejarla sola con mi viejo. Después me fui otra vez a los 17, cuando mi papá ya se había ido, porque se separaron en el 84. Mi acercamiento se da porque había una única estación de servicio en Santo Lugares, que ya no está más. Ahí trabajaba un playero que se llamaba Jorge Naón, juez de línea de Primera División, y él sabía que yo había jugado al fútbol, que me gustaba mucho, y quería que hiciera el curso de árbitro. Yo en ese momento iba a la cancha, a la Sívori. Le dije que estaba totalmente loco.
-¿Qué edad tenías?
-La primera vez que me lo dijo fue a los 18 años, me volvió loco hasta los 23 que entré a hacer el curso. En ese momento eran dos años. Entré más que nada para que alguien me guiara en la vida porque estaba perdido, viviendo en la calle. Durante tres años dormí arriba de una mesa de pool, en un local que se llamaba Arlequín, en la Avenida de La Plata ahí en Santos Lugares. Fui a buscar trabajo y el encargado me contrató pero como no tenía dónde vivir yo abría y cerraba el boliche. Vivía de noche. Fue un año así, hasta que me regalaron un colchón y lo puse arriba de la mesa para dormir un poco mejor.
-¿Siempre tuviste claro que ibas a llegar a ser árbitro de Primera?
-Sí, estaba seguro de que si yo entraba a la AFA era para llegar a Primera. El Ascenso fue bravo pero nada se compara con la Primera B Metropolitana, el que dirige esa categoría es capaz de dirigir cualquier cosa en el mundo. Un día me le planté al Director de Arbitraje y le dije que me ascienda porque sino me iba. Yo ya tenía 30 o 32 años y no se vivía del arbitraje en esa época, hoy tampoco. O sea, el árbitro tiene que ser de Primera o internacional para sostenerse económicamente. De ahí para abajo no te alcanza para vivir. Al año siguiente debuté en un Vélez-Olimpo, en Liniers.
-¿Te acordás cómo fue ese primer partido?
-Con mucha ansiedad, con el corazón a mil los primeros diez o quince minutos. Después ya te olvidás porque tenés que concentrarte en el partido, en no equivocarte. Fue un partido bastante particular, más allá de que la de Vélez es una cancha muy linda para dirigir porque la gente está cerca. No me olvido más, no solo por mi debut, sino porque en ese momento había un programa que se llamaba Fútbol de Primera y el gol de la fecha fue el que hizo de chilena Fabricio Fuentes. Espectacular. Ganó Velez 2 a 1. Después de varios buenos partidos me hicieron internacional, que fui desde el 2006 hasta el 2012.

Lunati y la ayuda de la terapia para ser árbitro: "Había cosas que me costaba manejarlas por mi carácter"
"No hay Maradona ni Messi en el arbitraje”, dice Lunati, que dirigió casi 400 partidos en Primera, y estuvo 26 años en AFA, hasta 2016. El exárbitro comenta orgulloso no tuvo grandes escándalos ni polémicas. En su relato recuerda cómo fue arbitrar en la época de Grondona al frente de la AFA, cómo se preparaba con un psicólogo deportivo, y hasta reconoce que su forma de gesticular en cancha lo perjudicó a nivel internacional.
“El árbitro también juega el partido”, insiste. Y no duda en meterse en la interna del arbitraje, tan señalada por estos días de sospechas y críticas sobre sus colegas.
-¿Cómo era dirigir con Grondona en la AFA?
-Yo nunca tuve problemas. Grondona era un tipo con mucho carácter, convicción, que cuando venía a una reunión con nosotros se mostraba como era. No había grises y si te equivocabas, el director de árbitros del momento bajaba una línea a lo mejor de "pararte", aunque yo no coincidía tanto. Porque hay que ver por qué te equivocás. El árbitro tiene que ser parado cuando acumula una sucesión de errores, porque un partido malo lo puede tener; yo digo dos o tres partidos malos. Estamos hablando de una época sin VAR, eh... Porque hoy debería ser todo más fácil, no todo más complejo como lo hacen.
-¿Tenías una preparación especial para cada partido?
-Hay partidos especiales, clásicos o definitorios, pero hay que entrar siempre con la misma concentración, enfocado en equivocarse lo menos posible, más que nada en las áreas. No existe el Maradona o Messi en el arbitraje. Estuve mucho tiempo con un psicólogo deportivo porque había cosas que me costaba manejarlas en la cancha por mi carácter y mis formas.
-No hay Maradona ni Messi pero en tu época se nombraba mucho a Horacio Elizondo, que dirigió la final del Mundial 2006.
-Elizondo tenía el porte ese que entraba a la cancha, parecía un soldado, un tipo que iba a la guerra en Vietnam. Después, técnicamente podías estar de acuerdo o no. Yo era más del estilo de Héctor Baldassi o Francisco Lamolina porque me gustaba que la pelota siempre ruede. No tan cortado. Para mí el fútbol es dinámico, y en eso tiene que ver el árbitro. Esa frase famosa que dice que "el árbitro tiene que pasar desapercibido" no tiene sentido. ¿Cómo va a pasar desapercibido? Si es el que imparte justicia en un partido de noventa y pico de minutos.
-¿Qué fue lo que más tuviste que trabajar con el psicólogo?
-En mis gestos. Si bien soy un tipo muy extrovertido que gesticulo mucho, no quedaba bien eso en la cancha. Era lo mismo sacar una tarjeta de una manera elegante que de una manera grosera, porque tenían el mismo valor. Eso me lo tuvo que hacer entender una psicóloga y lo trabajamos. Y si me agachaba o no para cobrar una cosa. Me perjudicó a nivel Conmebol o FIFA. Yo vivía el partido, lo jugaba. Por eso digo que el árbitro juega. Si no, no tenes sangre en las venas. Mi forma de dirigir el partido era dejar todo en la cancha, en la vida. Hay algo fundamental, y es que no hay manera de que un árbitro deje su personalidad fuera de la cancha para dirigir un partido.
-¿Es lo que le pasa a Fernando Espinoza, por nombrar a uno en la actualidad?
-No soy muy objetivo a la hora de hablar de Espinoza. No quiere mejorar... ¿Cuánto hace que dirige en primera, 8 años? Empezó así y sigue así. No le interesa mejorar. También hay una realidad, y es que le permiten dirigir de esta manera. Porque si yo soy el director general de arbitraje, lo llamo y le digo: "Si seguís dirigiendo así, estás afuera". O sea, te aguanto, te espero, pero buscá mejorar. Queda mal, no puede ser que ningún equipo quiera que lo dirija Espinoza. No es normal. Es un ejemplo recontra extremo. No es culpa de él pero sí del director general de arbitraje (por Federico Beligoy).
-¿El árbitro que se equivoca se siente el peor del mundo?
-Querés meter la cabeza bajo tierra como un avestruz. Yo, gracias a Dios, si buscas en mi historial de los casi 400 partidos de Primera y más de mil en AFA, no tengo grandes controversias. No vas a encontrar, más allá de un penal, en una definición como la de Chicago... O un penal en Jujuy con el Chori Domínguez, que siempre me cargan porque después salí diciendo que era de River. Pero más allá de esas dos cosas, no vas a encontrar en una carrera de 26 años en AFA y de casi 14 en Primera División. Lo difícil no es llegar a Primera, sino mantenerse tantos campeonatos en Primera.
-¿Te acordás de algún partido en el que fuiste un desastre?
-Creo que un partido en la cancha de Vélez no me salió nada, no recuerdo bien pero creo que fue Vélez contra Godoy Cruz. Tampoco todo mal. No digo tres penales, pero me debo haber comido alguno. Estaba bien ubicado, pero tuve mala suerte. Fue una mano rara que no alcanzo a ver porque habían dos o tres jugadores. Yo tenía errores como cualquiera pero dirigía de una forma que, te puede gustar o no, la pelota siempre rodaba. Por eso digo, ¿cómo "pasar desapercibido"? No es lo mismo para el espectador que vos cobres 40 faltas a que cobres 15. Un árbitro que cobra más de 25 faltas hace un partido aburrido, muy cortado.
-¿Te diste cuenta enseguida que te habías equivocado?
-Si vos alguna vez oliste pasto y alguna vez pateaste una pelota de fútbol, te das cuenta que te equivocaste en el momento, te das cuenta o te lo hacen ver los jugadores. Después, hay que tener mucha personalidad para no equivocarte otra vez y volver a estar concentrado. Yo digo que el buen árbitro es el que pasa automáticamente su cabeza del error a no tener más errores o del error al acierto.
-¿Y cómo te considerás vos en ese aspecto?
-Yo pude tener errores como los tienen y los tuvieron todos y lo van a seguir teniendo hasta con VAR, como pasa en este momento. Pero de la cabeza, me siento supremo. Después, obviamente, repito, me equivoco, como todo el mundo. Yo me doy cuenta con los movimientos corporales, son muchos partidos, muchos años.
-¿Es difícil dirigir al futbolista argentino en comparación con otros países?
-Para mí es el fútbol más difícil del mundo. De Sudamérica ni hablar. Un árbitro argentino va a Brasil, a Ecuador, a Chile, a Perú y ellos se creen que están yendo los mejores. El buen árbitro es el que dirige bien en la Argentina. Dirigir FIFA, dirige cualquiera. Le doy al nene mío un silbato y dirige. En Europa y en cualquier lugar del mundo no existe la protesta. No existe la acumulación de jugadores avasallando al árbitro. Hay una orden explícita de hablar solamente con el capitán, y no se habla solamente con el capitán, porque es la idiosincrasia argentina. Por eso se encuentran tan pocos árbitros para dirigir bien en la Argentina.

El día que a Pablo Lunati lo persiguieron por Mataderos hasta la General Paz
Habían pasado dos años desde que Lunati debutó en Primera. Un penal mal cobrado y dos expulsados marcaron aquella primera final del ascenso entre Nueva Chicago y Godoy Cruz, dirigida por el exárbitro. Esa jugada de Enzo Pérez, hoy emblema de River, desató una furiosa reacción de los hinchas locales, quienes persiguieron al árbitro hasta la General Paz en su auto. Finalmente, con nueve hombres en cancha, el 'Torito' logró un empate con sabor a hazaña, gracias a un cabezazo de Federico Higuaín. Con la adrenalina a flor de piel y un Fiat como único refugio, Lunati vivió uno de los momentos más intensos de su carrera
-¿Te tocó vivir alguna situación complicada con alguna hinchada?
-En Chicago. Después ascendió Chicago que fue bueno para mí, pero yo me había equivocado. Me equivoqué en cobrar penal para Godoy Cruz una falta fuera del área. Era afuera y yo lo cobré adentro. Ahí Nico Sánchez me juró por sus hijas que había sido afuera y yo le creí. ¿Pero qué pasa? Volví a preguntarle al juez de línea que era el que me lo había cobrado adentro porque él se metió. Yo no había visto la línea. Le vuelvo a preguntar al juez de línea que era la ‘Chola’ Serrano, un tipo con mucha experiencia y me dijo; ‘Pablo, la línea es parte del área’. 'Sí, Chola', le contesto. ‘Entonces fue penal’, dijo. Pero yo le creí a Nico Sánchez y después a Vega, que era el arquero. Cuando lo vi, me quería matar. Me corrieron por la Gral. Paz hasta que los perdí. No me acuerdo si por Alberdi o por la que sale de la avenida por la cancha de Chicago. Pero veía por el espejo del Fiat que me seguían y la policía me dejó tirado. Pero me había equivocado, tenía razón la gente de Chicago.

"Con Beligoy pensamos diferente en todo, desde la vida hasta el cuadro de fútbol"
Pablo Lunati no necesita que le pregunten sobre algo si su intención es plantear un tema: arranca solo. No disimula, no da vueltas. Por eso dispara sin anestesia contra Federico Beligoy, el jefe de los árbitros en el fúbol argentino, a quien señala por ocupar un rol incompatible en términos éticos, en sus roles de director en la AFA y mandamás en términos gremiales: “Si Beligoy sanciona a un árbitro, se lo pasa a Beligoy", concluye.
Se conocieron en el curso de árbitros, en 1991, pero tomaron caminos opuestos. Fiel a su estilo, Lunati nunca ocultó su rechazo al VAR, al que describe como "un cambalache”, lo dice mientras recuerda que equivocarse contra el Arsenal de Sarandí de Julio Grondona le podía costar hasta siete partidos de "castigo" recorriendo cada fin de semana las canchas del interior del país.
-¿Qué pensás de Federico Beligoy?
-Que no está capacitado para estar en el lugar donde está y que no se puede estar, por más que él quiera justificarlo, en dos lugares que no son compatibles. No podés ser secretario de un sindicato donde defendés al gremio o a un afiliado y a la vez ser Director Nacional de Arbitraje. O sea, si Beligoy sanciona a un árbitro, se lo pasa a Beligoy, que tiene que defenderlo. Hicimos el curso de árbitros el mismo año, de casualidad. Éramos los dos de Tres de Febrero; el de Saénz Peña, yo de Santos Lugares. Pero bueno, pensamos diferente en todo, desde la vida hasta el cuadro de fútbol y cómo se maneja en el arbitraje.
-¿Qué opinás del VAR?
-Que vino a degenerar este hermoso deporte llamado fútbol. Vino a ser un cambalache total, más usado de esta manera. Hace cinco o seis años éramos pocos los que decíamos esto; hoy cada día somos más. En la Premier League, que son 20 equipos, cuatro pidieron sacar el VAR. Es un montón. Si la Premier saca el VAR, el VAR sale del mundo y se acaba el negocio. Los árbitros VAR tienen que salir todos a buscar trabajo.
-¿Qué se tendría que hacer?
-Es fútbol. Hay que dejar una máquina que te diga si fue fuera de juego o no, si hubo un gol con la mano, o si la pelota entro o no entró. Listo. Se acabó el VAR. Después, es fútbol. Hoy ves que se meten en cosas que no debieran meterse. Si sos mal árbitro de fútbol mirando por la tele, te tenés que poner un parripollo. No interpretan la regla. Solo ven si uno pisa al otro, cuando hay distintas maneras de pisar. ¿No te das cuenta de que no lo está pisando a propósito? Hay acciones de juego.
-¿Quién es el mejor árbitro del fútbol argentino?
-Facundo Tello. Es un tipo coherente en la cancha, equivocado o no. No es que te cobra una cosa y a los diez minutos te cobra otra o amonesta a un jugador y después por lo mismo no amonesta a otro. Porque está aplacado, es el que más años tiene junto con Falcón Pérez y Nicolás Ramírez. Es importante la credibilidad. No solo para la gente que está mirando el espectáculo, lo más importante es tener credibilidad con los protagonistas que son los jugadores. Si el jugador te cree, cobrás una cagada y el jugador se da vuelta y sigue. Eso sí, siempre y cuando no sea dentro del área.
-¿Y el peor?
-Hay muchos, pero si tengo que nombrar uno, creo que el peor de todos es Fernando Espinoza.

-¿Por qué bajó tanto el nivel de los árbitros o siempre fue así?
-Yo creo que en los últimos diez años bajó el nivel arbitral considerablemente. En todas las épocas, desde el 85 hacia acá, yo iba a ver a River y no iba a ver al árbitro, pero el arbitraje fue en declive porque no se los prepara, no se les enseña. Van ascendiendo de categoría por hacer algún que otro favor en categorías menores, no suben de categoría por capacidad. Beligoy no está preparado porque nunca fue un buen árbitro en ningún sentido, ni técnica, ni física, ni mentalmente. Entonces, no está preparado para educar.
-¿Favorecen a Riestra y a Barracas?
-Bastante pero yo siempre voy a hablar desde el error. No me gustaba que se hable de otra cosa en mi época y no lo voy a hacer ahora.
-¿En tu época había equipos como Barracas o Riestra a los que no había que tocar?
-Nosotros sabíamos que íbamos a Arsenal y si nos equivocábamos, te mandaban a recorrer el país, te paraban una o dos fechas. A mí me pasó, yo me equivoqué en algo chiquito y la sufrí. En un momento, después de siete partidos que me designaron a viajar a alguna provincia del interior, les dije: ‘Muchachos, bájenme del avión. Ya está. Me equivoqué’. Fueron siete partidos hasta que dije ya está, estaba podrido. No veía a mi familia desde hacía dos meses, no me bajaba del avión.
-¿Extrañás la profesión?
-Yo dejé el arbitraje y es como cuando los boxeadores cuelgan los guantes. Yo colgué el silbato. Pero algunos no, por eso siguen en la AFA hace 30 o 35 años. Yo tuve lo más grande que me pasó, que fueron mis hijos. Si no existiera River a lo mejor me hubiese costado.
-¿Pensás que el arbitraje te salvó?
-Sin ninguna duda. El arbitraje me educó y me salvó para que sea una buena persona. Una persona de bien. No sé qué hubiese pasado si no aparecía el arbitraje. Hasta ahí, me había tocado ver todo en la vida. Después elegí el lado correcto de la vida.

Lunati y su próximo sueño: quiere ser presidente de River
El amor por River se lo inculcó su papá, que a los 5 años lo subía a un micro para ir a la cancha cantando las canciones de cancha, de ahí a comer un chori como previa obligada antes de entrar al Monumental. De los recuerdos felices que le dejó una infancia llena de traumas. Así nació un fanatismo que no se apagó ni siquiera cuando tuvo que renunciar a su carnet de socio para ser árbitro de AFA.
Medio siglo después, ya sin cuidar las apariencias, Pablo quiere que su hijo Santiago viva lo mismo. Con su viejo pudo hacer las paces tras diez años sin hablarse. Ahora, se lanza a un nuevo terreno: la política de su amado club. Por eso, contra Vélez aparecieron papelitos con la leyenda: "Pablo Lunati 2025".
-¿Te postulás para Presidente de River?
-Sí, porque considero que hay un montón de cosas positivas en esta gestión pero también hay muchas negativas que se pueden mejorar. Me parece que después de tantos años de lo mismo, solamente cambiando nombres, hace que cada día que pase se deje de escuchar al socio que va al club y que necesita que haya otra opción. Esta conducción tiene cosas buenas porque por algo hay una continuidad. Pero también es como que dentro de la cabeza de ese oficialismo dicen: ‘Sigamos que así está todo bien’. Y soy de los que creen que no puede ser que ante una asamblea o una reunión de comisión nadie levante la mano. Entiendo los primeros años, pero los últimos cuatro o cinco, no puede ser que todo esté bien.
-¿Te costó decidirte?
-No, es el amor por el club. Y esperé porque consideré que hace cuatro años era muy rápido. Me di cuenta que había que prepararse. No alcanza con ser honesto y conocido. Tenés que nutrirte, formarte. Ya llevo mi cuarto año de trabajo este 2025. Me estoy preparando a través de una plataforma que tomo desde España. Necesitás prepararte para rodearte de buena gente, profesional, tanto en economía, institucional, publicidad, marketing, género, sino no sirve.
-¿Te costaba dirigir a River?
.-Quería que no me tocara porque si le iba mal, cuando terminaba el partido, me quería pegar un corchazo. Pero si me tocaba, tenía que ir y cumplir. Hoy en día algunos hinchas, no muchos, me dicen que nunca ayudé a River. ¿Me están pidiendo que sea corrupto? ¿Cómo "ayudar a River"? No, no estás entendiendo mi profesión. O sea, me estás pidiendo que ayude a un equipo para que gane. Es algo que yo no lo tenía en mi radar nunca.
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