Rodolfo Walsh tenía 50 años cuando fue desparecido en plena dictadura militar, el 25 de marzo de 1977, y casi tres décadas de ejercicio como periodista y escritor. En su carrera, dejó un legado literario del que conviven piezas de ficción documental que denuncian hechos reales de apremios y matanzas, con otras de enigmática y rigurosa narrativa policial, todas sazonadas con una fuerte carga ideológica que marcaron su vida hasta sus últimos días y que se destacan en el momento de definir cuáles fueron sus mejores obras.
Irlandés en procedencia familiar, Walsh nació el 9 de enero de 1927 en la localidad rionegrina de Lamarque, cercana a Choele Choel. Ya en 1951 estaba trabajando como periodista, oficio que ejerció en diversas revistas (Leoplán, Panorama, y Vea y Lea), mientras que en 1953 ya había publicado su primer libro, Variaciones en rojo, que contiene tres novelas policiales y que le valió haber ganado el Primer Premio Municipal de Literatura de Buenos Aires.
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Las primeras incursiones políticas de Rodolfo Walsh estuvieron relacionadas con movimientos de derecha, tanto que se le atribuye haber apoyado la Revolución Libertadora que en 1955 derrocó a Juan Domingo Perón. En 1960 viajó a Cuba, adonde fue uno de los fundadores de la agencia Prensa Latina. Hacia finales de los 60 se acercó al peronismo, por entonces proscripto y con su líder exiliado en Madrid, y poco tiempo después empezó a militar en la agrupación guerrillera de izquierda Montoneros.
Fue antes de dar paso a una actividad política más intensa cuando se vio lo más prolífico de su obra literaria.

Variaciones en rojo
Son tres novelas breves muy elogiadas por la crítica, en virtud del respeto por el género policial con construcción de los casos desde pistas e indicios hasta su resolución.
Son tres asesinatos investigados y resueltos por dos hombres: el comisario Jiménez, hombre sagaz y experimentado en su oficio, y Daniel Hernández, un joven corrector de pruebas de una editorial, reflexivo y silencioso, que muestra una deslumbrante capacidad de observación y de análisis en sus conclusiones.

Operación Masacre
El libro más reconocido de Rodolfo Walsh. Fue su primera obra de no ficción periodística. Escrito en 1957, expone una investigación detallada y revela una serie de asesinatos de prisioneros el 9 de junio de 1956, conocidos en la historia como los "fusilamientos de José León Suárez", cometidos durante la dictadura cívico-militar autodenominada Revolución Libertadora, a la que él mismo había apoyado aunque luego pasó a rechazar tras conocer los asesinatos que se estaban perpetrando. Tanto que, después de la publicación de Operación Masacre, se permitió reflexionar: “Lo que no comprendo bien es que se pretenda obligarnos a optar entre la barbarie peronista y la barbarie revolucionaria”.

El libro, una ficción pero con una enorme carga documental, es un relato que se construye desde el testimonio de Juan Carlos Livraga, uno de los sobrevivientes de los fusilamientos ocurridos en la madrugada de del 9 y 10 de junio de 1956, en los basurales de José León Suárez.
En su obra, Walsh enhebra el caso policial con el hecho político: la matanza ilegal de civiles como represalia por el levantamiento del general Juan José Valle contra el gobierno de facto del general Pedro Eugenio Aramburu.
La granada y La batalla
Se trata de obras teatrales que Walsh publicó tras volver de Cuba. La granada es el relato de un soldado que, a partir de un accidente en batalla, es juzgado por un tribunal militar para definir si es un héroe o un traidor: sucede mientras debe sostener el seguro de una granada para no volar por el aire.
La batalla, en tanto, es la caricatura de un dictador en el plan de generar una guerra propia que satisfaga su afán de heroísmo.

¿Quién mató a Rosendo?
Publicado en 1969, relata el asesinato del dirigente de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) Rosendo García, y surgió a partir una serie de notas publicadas en el semanario de la CGT de los Argentinos (CGTA).
Walsh enfocó su investigación en el tiroteo en el que murieron tres personas, entre ellos García, el 13 de mayo de 1966 en la confitería La Real, de la localidad bonaerense de Avellaneda. Con el aporte de los testigos sobrevivientes, acusó al dirigente gremial metalúrgico Augusto Timoteo Vandor.