No solo es un gran contador de historias de las de verdad y de las imaginadas. En el primer campo, en el de la no ficción, Martín Caparrós fue distinguido en España con el Premio Ortega y Gasset a la Trayectoria profesional. Y lo ganó porque el jurado resaltó sus condiciones para "detectar historias", esas que, a pesar del auge de las pantallas y la inmediatez comunicacional seguimos necesitando como ha ocurrido en toda la historia de la humanidad que alguien cuente una buena historia.
En la mañana del miércoles 22, el jurado de la 40ª edición de los Premios Ortega y Gasset de Periodismo se reunió en la sede del diario El País de Madrid donde dio a conocer los ganadores. El Premio es una distinción que resalta la defensa de las libertades, la independencia, el rigor y la honestidad como virtudes esenciales del periodismo.
Caparrós, quien formó parte del jurado que otorga el Premio Clarín Novela en 2021 y en 2022, fue galardonado por encarnar la figura del “periodista total, uno de los mayores exponentes de la mejor crónica latinoamericana”. Es autor de La Historia; Larga distancia; El interior; El hambre; Contra el cambio; Ñamérica; Sarmiento... entre muchos otros. Justamente en la Feria del Libro de Buenos Aires de abril presentará la Biblioteca Caparrós, son quince libros suyos que la editorial Penguin Random House editará en breve. También planea publicar un libro en compañía del artista Rep basado en "versos y dibujos". Desde Madrid habló por teléfono sobre premios, reconocimientos, autores y la rebelde cartografía que atraviesa el planeta.

–Has recibido muchos premios y muy importantes. En este en particular, el jurado ha destacado "tu talento para detectar historias". ¿Qué opinás de esta mención, es una buena lectura de tu trayectoria periodística?
–Me resulta difícil leer elogios y opinar sobre ellos... Supongo que esto que subrayan es una de las cosas que más intenté: la idea de estar muy atento, la actitud del cazador, la adrenalina de estar alerta y mirar para todos lados, a ver dónde salta una historia que vale la pena ser contada. Eso es casi lo que más me gusta de hacer periodismo. Sí podría decir que me gusta que hayan resaltado esto.
–¿Y es algo que también lo podés aplicar en tu literatura?
–Es muy distinto. Si estoy haciendo periodismo, por más narrativo que sea, trabajar con la realidad es buscar qué de ella me sirve para contar lo que quiero contar. En ficción, hay un costado casi más fácil, porque uno puede imaginar, recordar o reconstruir cualquier cosa. Y hay otro costado más angustioso porque no hay nada alrededor que te ofrezca esos temas. Si no se te ocurre, si no lo inventás, si no lo recordás, entonces no existe. Son dos maneras muy distintas de encontrarse con aquello que vas a contar. A mí me fascina cuando me pongo a escribir ficción, el empezar con una frase y preguntarme ¿esto a dónde me va a llevar? No sé por qué se me van ocurriendo cosas, pero la idea es que se me van ocurriendo; en cambio en la no ficción es estar mirando para todos lados para ver qué vale la pena contar.
–¿Qué opinas del concepto de reconocimiento? ¿Nos hace felices? ¿Es lo que casi todos hemos buscado desde el principio de los tiempos y que muy pocos se atreven a reconocer"Martín Caparros en Buenos AIres, 2016. Foto Guillermo Rodríguez Adami" loading="lazy" width="720" height="480" decoding="async" data-nimg="1" style="color:transparent" src="/img/2023/02/22/UAuQFX6IQ_720x0__1.jpg"/>Martín Caparros en Buenos AIres, 2016. Foto Guillermo Rodríguez Adami
–¿Y Argentina, para vos es una foto nítida o borrosa"Caparrós en una librería de Madrid junto a Juan José Millás, en 2020. Foto: Cezaro Luca" loading="lazy" width="720" height="480" decoding="async" data-nimg="1" style="color:transparent" src="/img/2021/05/28/4x7zwdBA3_720x0__1.jpg"/>Caparrós en una librería de Madrid junto a Juan José Millás, en 2020. Foto: Cezaro Luca
–Se están cumpliendo 40 años de la recuperación democrática y quería hacerte una pregunta personal-política, ¿quién eras vos en 1983?
–... Era un chico de 25, 26 años que acababa de volver a la Argentina después de algo que no me gustaba llamar exilio. Tenía que encontrar mis lugares. Me afilié al Partido Demócrata Cristiano y yo nunca fui ni cristiano, ni demócrata. Esa afiliación surgió porque había que votar en las internas por un señor que se llamaba Augusto Conte McDonnell. Era el único que hablaba en serio de llevar el tema de los derechos humanos y los desaparecidos al Parlamento. Era el padre de un compañero nuestro del colegio que habían matado en los 70, un abogado cajetilla que a partir de su desgracia se volvió un gran activista de derechos humanos. Primero había que votarlo en la interna para que él fuera el candidato de los demócratas cristianos. La noche del 30 de octubre en el comando de campaña festejamos que "habíamos entrado". Era un momento muy atractivo, sentíamos que estábamos empezando cosas y coincidía con mi momento biográfico, porque yo también estaba ahí.
Sobre la firma

Prosecretario de redacción y editor general adjunto de Revista Ñ y Cultura. Es licenciado en Ciencias de la Comunicación (UBA), autor de: "Intelectuales y política en la Argentina" (2012) y coautor de "Todo Leonardo Da Vinci en el siglo XXI" (2019), etc. Trabajó en Diario Popular, La Nación, Radio Nacional, entre otros, y ha dictado clases de Investigación cultural en UTDT, Flacso y Fundación Tomás Eloy Martínez. También realizó informes para la OEA y Transparency International. [email protected]
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