Antes de entrar en otras consideraciones hay que pensar en las 880.000 personas que participaron en la Noche de los Museos. En el millón doscientas mil personas que cada año recibe la Feria del Libro. Los casi dos millones que cada año tiene el Centro Cultural Recoleta, los 384.000 que fueron al Bellas Artes, las 90.000 que visitaron Comicópolis, en Tecnópolis, las más de 400.000 en Malba. Y sigue la lista. Los museos van dejando de ser cosa de especialistas: la muestra má visitadas en el Bellas Artes fue la del Rep (45.000 personas), y en el Malba la del fotógrafo Mario Testino (119.550 personas).
La cultura mueve mucha gente en estas pampas y quizás por eso es tema de fricción política. Y aunque –los números lo dicen– la gente responde a las propuestas sin mirar si las organiza la Ciudad, la Nación o un privado, en la cultura la división y la exclusión brillaron este año. Y se les sumó una estrella invitada: la interna K.
Quizás en la relación entre dos muestras en dos instituciones dependientes del gobierno nacional haya una clave: Amor, en la Casa Nacional del Bicentenario, juega con Diarios del odio, en el Fondo Nacional de las Artes. En una, además de amores personales, hay diarios oficialistas y retratos de Fito Páez o Estela de Carlotto. En la otra, comentarios agresivos de los lectores de Clarín y La Nación. De un lado, el “nuestro”, el amor –en un gobierno que hizo un lema de la frase “El amor vence al odio”– y del otro, el de los otros, el odio. La lógica elemental de ese planteo recorrió el año.
2014 arrancó con un golpe: la muerte de Juan Gelman. Recontrapoeta de la lengua de los argentinos, y un emblema de la lucha por la recuperación de los chicos apropiados en la dictadura: fue montonero, tiene un hijo desaparecido, buscó a su nieta hasta encontrarla. Cuando murió, se recordaron sus versos y su militancia. Para bien y para mal.
En 2014 fueron los centenarios de Julio Cortázar y Adolfo Bioy Casares. Uno –el que apoyó la revolución cubana y la nicaragüense–, mimado con muestras en Bellas Artes, en París, en Guadalajara y en el Museo de la Lengua. El otro –¿el oligarca">