Cuando ese hombre con apariencia de buen vecino llegó y se asentó en la provincia de Tucumán, en 1950, acompañado por su esposa y sus tres hijos, nadie imaginó que se trataba de uno de los personajes más siniestros de la historia del siglo XX, parecía más bien un triste burócrata de provincia. Pero era un monstruo, capaz de sellar el destino de miles de personas con la misma frialdad con que ejecutaba un trámite istrativo.
Y lo había hecho: Adolf Eichmann (Solingen, 1906 - Ramla, 1962) fue el responsable de la muerte de un millón de judíos en la Alemania nazi y de los transportes de deportados a los campos de concentración. Supervisó también la deportación de los enviados a Auschwitz, donde cerca del 75 por ciento fueron asesinados en el momento de su llegada.
Aunque, en su delirio, se pensaba un salvador de la raza aria: "Soy el salvador de todas las personas de sano juicio. Ha llegado la hora de que salga de mi anonimato y me presente: soy Adolf Eichmann. Yo firmé el extermino de un millón de judíos. Un millón de personas que no eran dignas de continuar con vida." Así piensa Eichmann en la versión del escritor y dramaturgo Marcos Rosenzvaig (Tucumán, 1954), en la novela Querido Eichmann, que publica la editorial Marea.

Eichmann vivió oculto en la Argentina durante nada menos que diez años, bajo el nombre falso de Ricardo Klement, tras haber huido de Alemania, después de que tras la Segunda Guerra el mundo conociera los horrores del Holocausto.
En el libro, el autor se sumerge en el capítulo argentino de la vida del jerarca nazi, que permaneció en el país entre 1950 y 1960 y fantaseaba con reconstruir el Tercer Reich en Latinoamérica.
Aquí -donde además tuvo a su cuarto hijo, vivió primero en la frontera entre Tucumán y Catamarca y luego en el Gran Buenos Aires. Trabajó en Orbis y en Mercedes Benz, crió conejos y vendió jugos en Tigre. Aquí, Eichmann gozó una impunidad inmerecida.
"Ésta es una ficción inspirada en hechos reales. Hay circunstancias completamente inverosímiles que ocurrieron de verdad" Marcos Rosenzvaig
Eso hasta que, en mayo de 1960, fue secuestrado y trasladado a Israel por el Mossad -el servicio secreto de ese país- para ser juzgado allí. Y luego ejecutado en 1962, tras ser encontrado "culpable" por crímenes de guerra, crímenes de lesa humanidad y crímenes contra la población judía, en uno de los juicios más espectaculares de la historia.
La filósofa Hannah Arendt, judía, nacida en Alemania y exiliada a Estados Unidos cubrió ese juicio para un medio estadounidense y plasmó la experiencia en su libro Eichmann en Jerusalén.Un estudio sobre la banalidad del mal.
La novela se inicia con el relato escalofriante de la noche que precede a la ejecución de Eichmann y también reconstruye la infancia del "arquitecto del Holocausto". Rosenzvaig combina los hechos reales -incluso episodios poco conocidos de la estadía del asesino en nuestro país- y la ficción, para terminar involucrando a su personaje en una trama policial que lo vincula a la violación de una niña.
Eichmann supervisó personalmente la deportación de la población judía a los campos como Auschwitz, donde cerca del 75 por ciento sería asesinado en el momento de su llegada.
En Tucumán, Eichmann es contratado por una empresa alemana para desempeñarse como hidrólogo en la construcción de una futura represa, que nunca pudo concluirse.
En paralelo manifiesta su fe inquebrantable en la existencia de los OVNIS y pasa largos ratos confiando en que asistía a avistajes marcianos. También construye un túnel, por el que escapar en caso de ser descubierto. Todo esto ocurrió y está contado en el libro.
Sueña, incluso -y esto ya es ficción- con que pueda construirse un estadio Roland Garros en Catamarca y ver a los nazis llegados desde todas partes para disfrutar de los partidos, celebrando la memoria de Hitler. Lo que lleva al autor a crear tres personajes que lo siguen y escuchan a sol y sombra -Mena, Chichí y Uncaca- y quedarán implicados junto a él en un supuesto delito.

Así, la imaginación le sirve al autor para introducirse en la conciencia del monstruo.
"Ficcionalizar a partir de la historia es algo que he hecho antes, me sirvo de la pasado para, a partir de ahí, profundizar en la historia", cuenta el autor a Clarín. "La idea de este libro surge a partir del o con una actriz cuyos padres tuvieron o directo con Eichmann, en los años en que vivió en Tucumán. Había cuestiones absolutamente insólitas y que son ciertas.
-Uno suele pensar a un criminal de guerra con personalidad temeraria, pero éste colabora con el Reich y luego se esconde con la eficacia y la apatía de un burócrata. ¿Se llega a conocer cabalmente a un personaje así?
-Es muy difícil comprender, porque para uno es meterse en algo ilógico y él tenía una lógica tan extraña que se veía obligado a esconderla. Odiaba a los judíos, a quienes en público simulaba irar, y había ideado la logística de los traslados a los campos. La suya es la lógica del psicópata, que actúa solo en función de lo que le es útil, se justifica e incluso se victimiza.
"Hay un libro muy bien documentado sobre la posibilidad de que Hitler haya vivido en la Argentina, aunque no se encontraron restos óseos. Lo pongo en duda". Marcos Rosenzvaig
-En el libro se combinan los hechos reales y la ficción. ¿En qué medida la imaginación puede aportar a la verdad histórica?
-Hay cosas que desconocemos y podemos entonces imaginarlas: yo, por ejemplo, puedo tomar su gusto por el ajedrez y, a partir de ese dato concreto, imaginar una escena.
-¿Sirve entonces, la ficción, en este caso para completar la realidad" alt="ficha-libro-querido-eichmann" data-small="/redaccionfiler/clarin/graficos/2021/cultura/07/ficha-libro-querido-eichmann-mb.jpg" data-big="/redaccionfiler/clarin/graficos/2021/cultura/07/ficha-libro-querido-eichmann-dk.jpg" src="/static/CLAClarin/images/lazy_square.svg">
-Luego añadís un final casi policial, que revela que Eichmann tiene una moral personal, aunque suene absurdo: se indigna frente a una acusación por un delito supuestamente falso, aún sin sentir culpa por los asesinatos cometidos...
-Claro, se indigna porque lo acusan de violador, le parece indignante. Es una paradoja absoluta, pero estos personajes actúan según su propia lógica, viven como cierto su propio delirio.
Rosenzvaig Básico
- Marcos Rosenzvaig nació en Tucumán en 1954.
- Es profesor de Letras, egresado de la Universidad de Tucumán y doctor en Filología Hispánica por la Universidad de Málaga.
- Es actor, director y autor de más de veinte libros de ensayos y obras teatrales, entre las que se destacan El veneno de la vida, Edipo en la cruz, El sacrificio, Hipólito o la peste del amor, El pecado del éxito y Regreso a casa.
- Dirigió numerosas obras teatrales tanto propias como de otros autores en Argentina, Italia, España y Suecia.
- Entre sus novelas se cuentan Naufragio en Bibbona, Cabeza de Tigre y Querido Eichmann, publicadas por Marea.
Fragmento
La celda era un dado sin cielo. Adolf Eichmann hubiese deseado rodar la noche entera, supongo, pero no fue así, porque ese 31 de mayo de 1962 la noche goteó lenta. Y probablemente él la haya pasado al borde de la cama paladeando su vino. Ese había sido el último deseo del condenado. Dos días antes, el 29 de mayo, escribió una solicitud de clemencia dirigida al presidente israelí, Reuven Rivlin, y algunas cartas a su esposa Vera y otras a sus hijos. Tuvo la intención de escribirle a su hermana Irmgard, pero a último momento sintió que ella no lo merecía. Se la imaginó en la hoguera y se vio a él mismo como un Judas en el cadalso. La diferencia era que Judas se ahorcó por decisión propia, en cambio él debía soportar las decisiones ajenas.
Hacía calor y las lagartijas estaban de festejo, eso creo, porque en Israel la mayor parte del tiempo hace calor. Tanto las estrellas como las lagartijas tenían bloqueado el paso a su celda.
Esa noche, el único habitante del dado ciego se aseguró de que nadie lo observara y –supongo, solo supongo– que se bajó en secreto los pantalones para corroborar la limpieza de sus calzoncillos. Se hubiesen reído de él al mirar nubecitas marrones después de muerto. Es sabido que a los ahorcados se los desnuda para darles sepultura. Al menos él creía que sería sepultado, como un hombre. Pero creyó mal. La realidad indica que fue quemado como un bicho cerca de un farol, sus cenizas arrojadas bien lejos de Jerusalén, en el mar Mediterráneo.
PK
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