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      Burucúa va a fondo: ¿será que nos estamos des-civilizando?

      En ensayista analiza qué nos hace civilizados y por qué la idea de "civilización" hoy tiene mala prensa.

      Burucúa va a fondo: ¿será que nos estamos des-civilizando?José Emilio Burucúa. El pensador analiza qué nos hace civilizados. Foto Martín Bonettos

      El ensayista José Emilio Burucúa provoca: “El concepto de ‘civilización’ carece de buena prensa", asegura. "Por lo general, se lo emplea entrecomillado, para referirse a una cultura compleja, la civilización europea más que nada, e ironizar acerca de sus falsas superioridades, de su universalidad autoatribuida y encubridora de un afán destructor de dominación global”.

      La idea de "civilización" tiene mala prensa y Auschwitz tiene que ver con esto.

      Estas ideas aparecían en la conferencia que Burucúa iba a dictar en Madrid y que ahora es parte del curso que el ensayista está dando -por Zoom- en el marco de un programa de conferencias organizado por la Asociación de Amigos del Museo Fernández Blanco y que sigue los lunes de este mes.

      También es el tema de ¿Civilización o civilizaciones? Choques y trabajos en común de la humanidad, el largo artículo que se publicó en la plataforma Leamos. Y el de una conferencia que debía dictar en el Museo Reina Sofía de Madrid y que el Covid-19 interrumpió.

      Auschwitz. Cuando el progreso técnico sólo sirvió para ser peores.Auschwitz. Cuando el progreso técnico sólo sirvió para ser peores.

      Para Burucúa, en las humanidades y en las Ciencias Sociales falta una revisión del concepto de "civilización". A todas luces se trata de un concepto derrotado por la categoría de "cultura". Fue Immanuel Kant quien sentó las bases para la instalación de la supremacía de la noción de "cultura" por sobre la de "civilización". Y el Holocausto, Auschwitz y la Segunda Guerra Mundial, hicieron el resto.

      La guerra, la catástrofe y el anonadamiento del mundo terminaron por imponerse como la corroboración contundente de que la conquista técnica no nos hacía superiores a nuestros congéneres del pasado sino más bien lo contrario: nos volvía inferiores, porque, con mayores herramientas y mayor número de oportunidades para hacer las cosas de un modo distinto, igual cometíamos atrocidades.

      Y no sólo eso: además magnificamos las atrocidades en escala, ensanchando la zona de oscuridad interior que nos habita como especie.

      “Es muy difícil pensar un destino que no sea global” José Emilio Burucúa

      Pese a ello, José Emilio Burucúa entiende que este es un momento propicio para pensar de nuevo en la "civilización": “Es muy difícil pensar un destino que no sea global”.

      La charla es cordial. Hace unos pocos minutos José Emilio Burucúa acaba de saludar a los asistentes. Tras breves comentarios informales, comienza a desarrollar sus ideas: “El concepto de civilización puede ser dado vuelta: tratando de entender qué ha sido de él y por qué. Quizá pueda sernos útil para ver un camino común, complejo y opaco, pero que hoy podemos hacer más transparente e igualitario”, señala.

      "Des-civilizados": Alemania

      Burucúa señala que se valdrá de muchos autores para tratar de brindarnos una nueva idea de “civilización”, distinta de aquella que, con cierta justicia, ha sido atacada desde las humanidades y las ciencias sociales por considerarla parte de un programa etnocéntrico de sometimiento y exclusión.

      De Norbert Elias, Burucúa toma el concepto de “des-civilización”, un proceso en el cual la civilización es desaprendida por una sociedad dada, hasta quedar muchas de las marcas de su civilidad sepultadas e irreconocibles para la misma sociedad que las erigió.

      “Un proceso de civilización es un proceso por el cual una sociedad domestica a sus guerreros" José Emilio Burucúa

      Bajo esa perspectiva, es probable que nos encontramos en un gran proceso de “des-civilización”. Así es como se comprende mejor la crisis de la modernidad o la decadencia de Occidente. Para Elias, el caso más impresionante de des-civilización es el de la Alemania de la primera mitad del siglo XX.

      ¿Cómo la misma sociedad que había logrado tantos avances en materia cultural, pudo dar a luz algo así como el nazismo? Nosotros también podríamos ensayar el uso de la categoría para pensar procesos de des-civilización en el presente: en América Latina, en los Estados Unidos, en Brasil, en el mundo árabe.

      Guerreros domesticados

      ¿Qué es una civilización? Esa podría ser una pregunta importante para comenzar a desandar el camino de nuestra historia como especie.

      O mejor: ¿Qué es un proceso de civilización?: “Es un proceso por el cual una sociedad domestica a sus guerreros: es decir, convierte a sus guerreros en cortesanos”, dice Burucúa.

      “De ahí la importancia del concepto de ‘curialización de los guerreros''' –señala–, entendiendo por “curialización” un proceso por el cual a la clase militar de una sociedad se la transforma en clase política y a de una nación.

      De soldado a emperador. Un busto de Julio César del siglo I antes de Cristo. Foto EFEDe soldado a emperador. Un busto de Julio César del siglo I antes de Cristo. Foto EFE

      Imposible no pensar en el soldado raso Julio César, devenido luego en Emperador de Roma. 

      ¿En qué medida, el culto a la intolerancia y la belicosidad discursiva en la arena de la política, no son modos de alejarnos de la civilización para iniciar, de ese modo, un lento pero seguro camino de des-civilización como acaso todos lo sospechamos en tiempos de cultura de la cancelación y “democracias digitales”? Es ese el tipo de preguntas que este cronista ocasional se va haciendo a medida que Burucúa realiza su exposición.

      Tiempo libre

      Del antropólogo inglés Jack Goody, Burucúa toma el crecimiento del tiempo libre en la Historia como parte del proceso de construcción de las civilizaciones: “Cuando hay grupos sociales que tienen asegurado el sustento y el abrigo se abre un proceso de civilización provisto por el tiempo libre. Cuando ese núcleo humano poseedor de tiempo para el ocio comienza a crecer, surge la aspiración para que todos los demás de esa cultura tengan al tiempo libre”.

      Es un proceso complejo: es imposible que todos los seres humanos conquisten un tiempo de ocio indefinido. Cuando eso sucede, hay alguien que está usando el tiempo libre de otros –podríamos plantearnos también en una era como la actual, regida por una repartición desigual del “tiempo libre” en el mundo–. Tiempo libre que, como vemos en la ventana exhibicionista de las redes sociales, no redunda en un mayor grado de civilización sino más bien de incivilidad y “barbarie”.

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