“Duele el silencio, la mentira, el engaño. Duelen los momentos compartidos como si hubiéramos sido dos y ya éramos más. Duele lo no dicho, duele el o fugaz, una, dos veces, (no sé cuántas habrán sido) con el cuerpo del otro. Eso me desgarra, y no sé si me dejará de doler alguna vez.”
Alguna vez me dijeron que si uno no tiene nada inteligente para decir, es prudente un silencio discreto antes que un comentario desatinado y eso fue lo que hice cuando escuchaba desde mi sillón a esta mujer que, en un acto de introspección puro, describía su sentir frente al engaño de su pareja.
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