"Fue como una pesadilla en cámara rápida. No puedo entender lo que está pasando. No pude abrazarlo, no pude acompañarlo en los últimos momentos, se fue solo, toda la vida juntos y se fue solo…A mí que me sobran palabras, hoy no las tengo."
Esta mujer llora del otro lado de mi notebook, y ni siquiera puedo darle un abrazo, un pañuelito, un caramelo. Su marido murió en tiempos de pandemia de coronavirus y cuarentena.
La causa de la muerte no fue covid pero en la internación se sumó el virus, y como covid positivo, murió en aislamiento. Murió solo porque el protocolo así lo amerita.
Pero ¿cuál será el protocolo para que su viuda pueda digerir este enorme e inconmensurable dolor?
Dolor sin despedida, dolor sin abrazo final, sin mano que acaricie, dolor desgarrador de todo desgarro.
La pandemia se lleva puesta ilusiones, muchas vidas por supuesto, de quienes han muerto y morirán.
Se ha cargado proyectos que han quedado inconclusos, la economía del país, y del mundo.
Empresas familiares que tras generaciones y generaciones cierran sus persianas, y eso es tan triste.
Arrasa como un huracán, pero se ha llevado entre tantas otras cosas (y este es el punto que más me conmueve como profesional pero más como hombre), la posibilidad de hacer duelo para quienes han perdido seres queridos y cercanos en los últimos meses (durante la cuarentena y meses antes también).
La devastadora situación de perder padres, abuelos, compañeros, parejas y hasta hijos en este contexto. El consuelo de cerrar todo aquello que sea posible, de no cargar asignaturas pendientes cuando alguien nos deja, eso hoy no es posible. Una muerte sin despedida es una muerte doblemente triste.
Cada cultura tiene rituales y ceremonias para acompañar el momento del morir y partir. Velorio, entierro, el cajón que se cierra por última vez en el momento más desgarrador y doloroso antes emprender el camino al cementerio.
Los abrazos fundidos y partidos con lágrimas que se mezclan en el ahogo y desahogo de lo inexorable hoy no son posibles. El silencio como respuesta al dolor tampoco es posible. El dolor en soledad es un dolor cruel.
Y esta pandemia es cruel...
Esta pandemia ha arrasado y pone en jaque los psiquismos de hombres y mujeres en la batalla que estén librando, sea cual sea.
Pero transitar la despedida más dolorosa sin el apoyo de los afectos más cercanos en la corporalidad es duro, muy duro. Pero no hay otra opción en este contexto. Y los que quedan no tienen más remedio que digerir lo indigerible.
Las ceremonias dispuestas hoy son ausencias. Los egresados que pierden sus viajes tendrán revancha, la economía ojala también, pero los duelos suspendidos no dan revancha, porque los muertos ya partieron, las lágrimas que no fueron vertidas en la despedida no volverán, serán otras pero no esas.
El tiempo dirá qué sucede con los duelos suspendidos en tiempos de pandemia y cuarentena, mientras tanto, solo gestionar lo posible.
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"Una muerte sin despedida es una muerte doblemente triste", afirma el psicólogo Alejandro Schujman.
Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio
Los duelos se tramitan, se elaboran cómo sea posible. El tiempo es elemento indispensable, pero hacen falta sostenes que acompañen facilitando este proceso.
La pandemia es un piquete complejo y artero para los duelos que van a quedar detenidos hasta nuevo aviso en un oscuro lugar de profunda tristeza y desolación.
Porque vivir la muerte de un ser querido desprovistos de los recursos del amor que los abrazos y los rituales proporcionan es cruel.
¿Y cómo quitarle a la mujer del relato inicial el vacío enorme de imaginarse a su marido cerrando los ojos por última vez en la cama de un hospital con la sola presencia de personal de salud en trajes de pandemia?
Ciencia ficción de la fea, de la triste, horrible realidad que agujerea el aparato psíquico de quien la sufre, Morir en tiempos de pandemia es morir dos veces.
Explico, para procesar la muerte precisan quienes quedan puntos de consuelo y apoyo.
“Murió en paz”
“Pude decirle todo lo que tenía adentro”
“Lo acompañé hasta el final”
“Dejó de sufrir”
Y algunas de estas situaciones hoy son esquivas.